miércoles, 27 de septiembre de 2023

Mr. Soul


 'El riff de los Stones, ¿fue una especie de bromita tuya?

- La verdad es que nunca se me pasó por la cabeza que fuera tan parecido a 'Satisfaction', hasta que alguien me lo señaló y pensé: 'Pues sí, tienes razón'. Pero no por eso iba a cambiarlo, así que supongo que acabé por exagerarlo aún más. Ya puestos, hay que aprovecharlo a tope.

- ¿Quién es Mr. Soul?

- Cada cual tiene su propio Mr. Soul, así que aunque pudiera - que no creo que pueda - señalarte quién es Mr. Soul para mí, iría en contra del propio principio de la canción.

- ¿Se percibe cierta frialdad en Mr. Soul?

- No lo creo.

- A veces me parece escuchar una especie de pacto con el diablo (...) ¿Qué es lo que quiere el tío que canta la canción?

- Quiere que le escuchen.


(Diálogo entre Jimmy McDonough y Neil Young para Shakey)

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'Young se llevó las cintas de 'Mr. Soul' de vuelta a Los Ángeles y empezó a hacer retoques, sustituyendo algunas partes de guitarra por overdubs de su cosecha. Cuando Stills escuchó la versión final, le dijo a Young que prefería la original. Aquello debió de marcar a Young, porque a finales de los ochenta reclutó a Ken Viola para que localizara un ejemplar del único acetato que existía de la versión original. Tras escucharlo, Young cogió el teléfono de inmediato, llamó a Stills y le dijo, con más de veinte años de retraso: '¿Te acuerdas de aquella versión de 'Mr. Soul' con la guitarra al revés? Pues tenías razón: elegí la que no tocaba'.

(Jimmy McDonough, 'Shakey. La biografía de Neil Young'. Editorial Contra, 2016. Traducido por Elvira Asensi Monzó)


domingo, 17 de septiembre de 2023

British '67

 

'I am a little tin soldier that wants to jump into your fire...' (Small Faces)


En la imagen superior pueden ver un soldadito de plomo como el del cuento de Andersen; inspirándose en él comienza la voz de una de las mejores canciones de la historia, la soberbia 'Tin Soldier' de Small Faces. Lo curioso es que lo de los soldados de plomo no fue solo cosa del grupo de Steve Marriott y Ronnie Lane, sino quizá uno de los iconos pop que se fraguaron inconscientemente en la cultura inglesa de aquel año, a juego con la psicodelia colorista. Piensen en el vestuario de los Beatles para el Sargento Pimienta. ¿Creen que exagero? Puede que sea cosa mía, pero tengan en cuenta que en el sesenta y siete, antes de que los Small Faces publicasen 'Tin Soldier', los Kinks habían sacado 'Tin Soldier Man' en su disco grande, los Yardbirds a su vez publicaron 'Little soldier boy', pensando en un pequeño soldado de madera y (esto ya comienza a ser raro), canta Steve Winwood en el segundo single de Traffic, 'Hole in my shoe': 'I walked through a field/ that just wasn't real/ with one hundred tin soldiers/ would shoot at my shoulder...' Llegados a este punto, uno no sabe si aquel año hubo una conspiración orquestada por un ejército de pequeños soldados de plomo, ocultos en la sombra y dispuestos a tomar Buckingham Palace.

Retomamos la serie de entradas dedicadas a selecciones anuales, y nada me alegra más que hacerlo con el año sesenta y siete en Inglaterra. Aquel fue un año tan crucial en cuanto a experimentación y desbarre de talento que incluso podemos rastrear la evolución en las publicaciones de plásticos entre sus primeros meses y los comienzos del año siguiente. He comenzado hablando de esa joya de los Small Faces publicada solo en single, a la altura de 'Strawberry Fields Forever' de los Beatles y unas pocas más, y a pesar de que la lista de singles brillantes de aquel año darían para una entrada (y mucho me queda por descubrir), he decidido centrar la entrada en álbumes. Como elegir es renunciar, a partir de ahora obviaremos el pequeño formato, sin olvidar que todavía tenía un enorme peso en la industria musical. De hecho, creo que podría decirse que el formato elepé aún era un segundón en el mercado del pop, aunque este año supondrá un fuerte espaldarazo del cambio de tendencia. Ahora sí, hablemos de álbumes.


No, esperen... Antes de comenzar, les pido un poco de paciencia para escuchar a un chaval que pretende hacerse un nombre. Había que tener agallas, pero no solo bastaba con eso: no debía ser nada fácil destacar en aquella jungla, así que tanto los singles como el primer LP de aquel soldado de plomo fueron un fracaso. Se llamaba David Robert Jones y era uno más de aquellos mods londinenses que seguían la vanguardia de los tiempos. Les dejo su mejor canción de entonces, que fue la que más me llamó la atención la primera vez que escuché aquel álbum titulado con su peculiar nombre artístico: 'David Bowie'. El corte era una versión mejorada del single que había lanzado unos meses atrás, y tanto en la música como en la letra, hay un alma inequívocamente británica en la estela de los Kinks. Hay talento aquí, pero como hemos dicho, en aquel entonces ese tal Bowie fracasó como otros tantos, condenándose al olvido. ¿Qué habrá sido de él?


Ahora sí, atacamos la selección de álbumes, no sin antes advertirles una vez más de que la numeración responde a una motivación lúdica. He ordenado los títulos no por su importancia o calidad (no me siento capacitado para eso) sino por mero gusto personal y, aún así, varias veces he sentido la tentación de lanzar todo por la borda y dejar aquí siete u ocho discos sin orden ni concierto, o bien ordenados por fecha de publicación. ¿Cómo comparar obras de géneros distintos? Así de ridículos somos los que elaboramos listas. Por cierto, espero que os animéis a participar en el juego y os atreváis a escribir vuestra selección personal ordenada en los comentarios. 


14. Little Games. The Yardbirds. 

Comenzamos con el último álbum grande de los Yardbirds.  En 'Little Games' la nueva incorporación es Jimmy Page, que sustituye con solvencia a Beck a las seis cuerdas, aunque no nos encontremos temas de tanta altura como en discos anteriores. Lo que tiene esta banda es que, a pesar de sus bandazos y falta de sintonía en la dirección a seguir, por no hablar de sus cambios de guitarrista, hay unos sonidos y unas formas muy característicos que mantuvieron desde su evolución musical, sobre todo desde la salida de Clapton y la llegada de Beck. Esos sonidos hacen de la guitarra el instrumento protagonista; sus líneas se retuercen, en los mejores momentos, en la mejor psicodelia de la época. Desconozco en buena medida los entresijos personales que se movían en el interior de los Yardbirds en aquel tiempo, pero nos queda como resultado un álbum disfrutable y muy bien ejecutado, aunque me suene irregular. En 'White Summer', Page nos deja un instrumental que se llevará, entre otras cosas, a lo que será dentro de un par de años Led Zeppelin, pero he preferido dejaros aquí otro tema vacilón.



13. Emotions. Pretty Things

Seguimos con uno de mis grandes desconocidos. No hará un mes, no conocía este álbum, ni mucho menos imaginé que iba a incluir a los Pretty Things en esta entrada, por encima de viejos conocidos como el 'Between...' de los Stones (que, por cierto, estrenan disco este año: ver para creer).

'Emotions' es, al parecer, un patito feo en la discografía de los Pretty Things, banda de apasionado R&B. Su tibia valoración quizá se deba a la comparación con lo que vendrá después o lo que hubo antes, o sea, una cierta indefinición. Y sin embargo, incluye canciones de nivel que lo hacen muy disfrutable, desde esa acústica 'Death of a socialite' con la que abre hasta el fresco rock'n roll de 'Photographer', pasando por la marchosa 'There wil never be another day' o gemas intimistas como 'House of ten' o 'The Sun', que aquí les dejo.



12. Supernatural Fairy Tales. Art.

Comenzaré diciendo que apenas sé nada de este grupo, no he hecho los deberes; pero recomendaría el álbum sin pestañear. De sonido más duro que otras alternativas inglesas, de algún modo, lo que nos ofrece Art está en la línea del rock psicodélico que entonces hacían algunos grupos americanos, sin por ello ser un disco que se defina por sonidos americanos. Quizá esta relación la establezco inconscientemente, además del estilo de germinal rock duro, por esa versión de Buffalo Springfield que en mala hora decidieron colocar en la segunda pista del álbum (yo al menos la habría apartado un poco). Ya que estamos, tengo más de una queja con respecto al orden de las canciones. ¿Acaso no habría funcionado mejor 'Love is real', por ejemplo, como tercera canción, en lugar de esa larga pista rítmica que es 'African Thing' que, eso sí, es muy jugosa, pero serviría mejor al final de la cara B? Pero no tengan en cuenta mis tonterías y escuchen el disco, si no lo conocen, porque os sorprenderá que, conteniendo un set tan interesante, sea tan desconocido.


11. The Story of Simon SimopathNirvana

Entre las rarezas que comenzaban a tener sentido este año, nos encontramos el álbum debut de Nirvana. Si sois como yo y habéis nacido un poco más tarde, eso de hablar de Nirvana en los años sesenta os sonará algo raro. Así me pareció a mí cuando me enteré, en su día, de la existencia de esta extraña pareja de músicos consistente en un irlandés y un griego. No busquen relación alguna con los de Seattle que triunfarán a comienzos de los noventa, pero ya que los menciono... ¿Sabían ustedes que Kurt Cobain nació, precisamente, en 1967? Será casualidad o, una vez más, cosa de la conspiración de los soldados de plomo. Pero dejemos las ideas lisérgicas para otro día, por mucho que peguen con el año que nos ocupa.

¿Qué nos ofrece Nirvana? Un álbum bello y redondo. Redondo por su unidad musical y también por su temática; eso que la convención suele llamar álbum conceptual o incluso (tenía que salir el manido término) ópera rock. Pero creo que hablar de óperas rock aquí - como en otros tantos casos - es extemporáneo y está de más. Lo que hace Nirvana es ambientar su disco en una historieta infantil, como también tiene un equívoco tono infantil la musicalidad general de la obra; una obra melódica muy bien planificada, sin apenas fisuras, que se disfruta de principio a fin. 



10. Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club BandThe Beatles

¿Es necesario presentar este álbum? Hablamos de uno de los álbumes más famosos de la historia, un verdadero hito en la industria del elepé, que contribuyó como ninguno a extender la visión del disco grande como obra total, y no solo como un conjunto más o menos reunido de canciones. En el Sargento Pimienta, la portada y la imagen de sus afamados creadores fue casi igual de importante que el contenido musical, tanto para bien como para mal. Abordemos el elefante en la habitación y digámoslo de una vez: la suma de sus composiciones no alcanza el nivel de otros trabajos de los Beatles.

¿Es entonces el Sargento Pimienta un mal álbum? ¡En absoluto! El problema, hemos dicho, pasa por la comparación. Aquel año, los Beatles hicieron algo más que flipar experimentando con las grabaciones del revés y preparar su Erasmus a la India; habían dejado las actuaciones en directo, pero trabajaron duro y publicaron singles de la perfección de 'Strawberry Fields Forever' o 'Penny Lane' que, de haberse incluido en el disco grande, le habrían hecho un gran favor. La grabación del Sargento Pimienta comenzó, como solía pasar en la rutina de los Beatles, por un tema de Lennon que, en este caso, terminó siendo la mejor y más trabajada pista de toda la obra: hablamos de 'A day in the life'. El resto del disco se grabó más deprisa, y aunque es disfrutable, incluyendo temas de gancho como 'Good Morning, Good Morning' o el famoso tema para Ringo, así como otros en los que puede verse la huella de lo buenos compositores que eran, además de estar envuelto en una producción de lujo, es otra cosa. Aquí cabe siempre la discusión, pues ya saben: el mundo se divide en dos tipos de personas, las que consideran que el Sargent Pepper es lo mejor que hicieron los Beatles, y los que no. 



9. The Piper at the Gates of DawnPink Floyd. 

Las modas imponen su tiranía, pero eso de la psicodelia era algo más que una moda pasajera a modo de burbuja en el mercado; lo que entendemos por periodo psicodélico será con el tiempo la puerta a la creación de nuevos géneros. Si hablamos de psicodelia británica, un nombre ineludible es Pink Floyd. Primero fueron sus singles, trallazos como 'Arnold Lane' y 'See Emily play'. Luego llegó el disco grande, quizá el más atrevido de aquel año, por su talante experimental, precursor indiscutible de varios tipos de sonidos que se destilarán unos años después, y todo ello sin terminar de salir del carácter pop que tan bien define a Syd Barrett, compositor sin parangón de los primeros Floyd; a pesar de que, al hablar de Barrett, nos empaña la oscuridad por su triste historia. 

Volviendo al disco, personalmente encuentro pasajes literalmente geniales y otros tantos aburridos. Veo, por tanto, una obra maestra irregular, valiosa en su imperfección y a la que le sobran unos cuantos minutos. Si hace mucho que no la escuchan o no la conocen y quieren comprobar que no exagero al hablar de genialidad, escuchen a modo de cata 'Mathilda Mother', o incluso ese simple divertimento alojado en la cara B que es 'The Gnome', cuyas melodías se dibujan de modo sutil. O mejor: pónganselo entero, comenzando por ese viaje espacial que es 'Astronomy Domine'. 



8. Tangerine Dream. Kaleidoscope. 

Tangerine Dream es una de esas obras que jamás habría descubierto si no fuese por los blogs, y nuevamente recomiendo, y más si hay algún recién llegado, a que miren mi columna de blogs, que incluyen a gente con más conocimiento que yo. Con el debut de Kaleidoscope me ha pasado algo muy curioso: me gustó la primera vez que lo escuché, hace ya algunos años, sin entusiasmarme, pero me ha ido gustando gradualmente más con el paso del tiempo. No podemos ponerle apenas pegas a este precioso disco de pop psicodélico, o de pop y rock a secas (a veces sigo sin estar seguro de saber qué quiero decir cuando hablo de psicodelia), bello de principio a fin, donde podemos destacar, por ejemplo, 'Dive into yesterday', 'The murder of Lewis Tollani', 'Holidaymaker' y para mi, sobre todo, 'The sky children'. Por lo demás, el espíritu de la obra es muy representativo de las mejores bondades de aquel año optimista y colorido.


7. Disraeli Gears. Cream.

Hagan conmigo un experimento e intenten olvidarse por un momento de lo que saben de historia musical. Si pensamos en Cream, aquel trío talentoso de blues-rock (aunque me chirría el término de 'super grupo' que con tanta facilidad se les endilga) es difícil pensar que pudieran flaquear en su segundo disco grande. Tenían además un sonido denso y con carisma que les dotaba de personalidad incluso en las versiones, pero... ¿Era posible que cuajaran bien con la psicodelia? No tenía por qué, y más si pensamos en el purismo que caracterizaba a sus componentes; sin embargo, lo consiguieron. Con 'Disraeli Gears', Cream se superaron y dejaron algo más que ese par de buenas canciones que se han popularizado a través de las generaciones: nos dejaron un gran disco. Aunque todavía tenían que dar algo de guerra y no me atrevo a decir que tocasen techo, sí creo que con 'Disraeli Gears' el trío nos dejó su mejor obra. 


6. Days of Future Passed. The Moody Blues

Nos las vemos ahora con otro álbum rompedor, aunque de un modo muy distinto al de Pink Floyd. De hecho, podríamos decir que fue menos revolucionario que el Gaitero a las puertas del amanecer, así como menos moderno, si nos atenemos al tipo de material manejado. Aquí no cabe hablar de psicodelia pero, por otro lado, creo que este disco solo pudo ser posible en el año de la psicodelia, ¿no creen? Días del futuro pasado de Moody Blues influyó con posterioridad a otro tipo de géneros del futuro progresivo; desde luego, no al rock espacial, pero pienso en el rock sinfónico de los setenta, sobre todo en su vertiente más melódica, como por ejemplo 'Renaissance', otro de los grupos que he saboreado este verano.

Vaya por delante mi inveterada prevención contra la fusión entre la orquesta sinfónica de corte clásico y el rock, que viene de cuando, siendo adolescente, me compré el directo de Metallica con la orquesta sinfónica de San Francisco. Disfrutaba entonces con Metallica y disfrutaba asimismo de la música clásica, pero aquella mezcla es un engendro imposible de digerir. Pues bien, el segundo álbum de Moody Blues, que nos ocupa, me resulta el mejor ejemplo de lo contrario; aquí el rock cuaja de verdad con los arreglos sinfónicos, sin los cuales perdería el encanto. 

Conocido universalmente por el corte más difundido en la radiofórmula, el fascinante 'Nights in white satin', el resto del álbum no desmerece en absoluto. Si acaso, yo eliminaría la introducción que supone su primer tema, 'The day begins', para comenzar directamente con 'Dawn is a feeling. Como disco conceptual o programático, recorreremos las emociones a lo largo de un día, comenzando en el amanecer y terminando con la noche; en medio, un mediodía movido y una tarde dada a la contemplación. 

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5. Mr. Fantasy. Traffic.

Se terminaba el año cuando la recién creada banda Traffic lanzó su LP debut, un álbum que supo recoger la mejor cosecha de la psicodelia para adentrarse en nuevos senderos. Me dirán que en esta entrada he mencionado ya bastante el género progresivo, cuando ni existía ni tiene sentido mencionarlo, pero las semillas se estaban dejando aquí y allí. Con la psicodelia de Traffic no podemos pensar en un recorrido del estilo de los grupos que han aparecido más arriba, sino más bien el camino hacia un rock complejo, rico en recursos musicales e instrumentales, que trabajarán de distinto modo bandas futuras que jueguen con el blues o el folk. Si me conceden esto, podemos afirmar que 'Mr. Fantasy' es uno de los álbumes que abren camino. 

Podría mencionar canciones concretas como 'Heaven is in your mind', que abre el trabajo, 'Dealer' o 'House for everyone' que he elegido para dejarles aquí, pero el disco entero es una joya a la que no le sobra nada. Imprescindible.


4. ButterflyThe Hollies

'Butterfly' es uno de mis más gratos descubrimientos de este año, junto a 'Evolution', el trabajo anterior de los Hollies. Poco puedo decir de esta banda, pues, al igual que he comentado con respecto a Pretty Things, los Hollies han sido para mi uno de los grandes desconocidos. Mejor les enlazo a El bar de Rick, que casualmente ha escrito recientemente sobre esta banda durante la primera mitad de la década. Centrándonos en la obra que nos toca, nos encontramos con un gran álbum para disfrutar una y otra vez. Con una perfecta producción supieron conjugar unas excelentes composiciones de pop con arreglos que iban de lo tradicional a lo exótico, de las cuerdas a los vientos. Un álbum que no flaquea, no aburre, se mantiene joven en su belleza y vitalismo.


3. The Who Sell Out. The Who. 

Al comienzo de la entrada decíamos que el formato del disco grande estaba en alza en el sesenta y siete. Pues bien, si esta es una selección de álbumes, con mayor razón debemos tributar a quienes supieron hacer un álbum pensando a lo grande. Con 'The Who Sell Out'', los Who lanzaron su primera obra maestra, no solo por la genial idea (Andy Warhol a veces era aplaudido por menos) de montar un elepé en torno a la temática de la radio y la publicidad, sino por la calidad del contenido.


Comenzamos fuerte con la magnífica 'Armenia City in the Sky' que curiosamente no había sido compuesta por ningún miembro de los Who, pero es una de mis piezas preferidas. La cara A es impecable de principio a fin, conteniendo mi pasaje preferido del álbum, que es el que llega con 'Odorono' y la preciosa 'Tattoo', para desembocar en 'Our Love Was' y luego (chispazo eléctrico, agárrense al asiento) 'I can see for miles'. Luego esa segunda parte que no desmerece, se mantienen altas las composiciones de Townshend y aporta esas inconfundibles notas góticas de John Entwistle en temas como 'Silas Stingy'. En suma, los Who en un álbum brillante, en estado de gracia.



2. Are you experienced.  The Jimi Hendrix Experience.

Siempre me parecerá una portada horrible, pero ahí lo tienen, casi recién llegado de Estados Unidos cual profeta del rock, como un murciélago que acoge a Mitch Michell y a Noel Redding, ese bajista que siempre quiso ser el guitarrista. ¿Cómo iba a ser guitarrista perteneciendo a la banda de Jimi Hendrix? Si hablamos de rock, aquella guitarra no tiene igual. Era virtuoso, pero no me refiero necesariamente a virtuosismo, sino a salvajismo y vitalidad, a la fluidez que ni siquiera Eric Clapton supo conseguir en su álbum de este año. La guitarra de Hendrix arde, puede llegar a sonar sucia en su materialidad, pero suena impecable ya toque blues o rock.


Chas Chandler demostró inteligencia e intuición en todas sus decisiones cuando quiso que aquel grupo se ciñera a tres miembros, Hendrix y dos escuderos (por cierto, no nos olvidemos del talento de Michell a las baquetas), en contra de los deseos de Jimi, quien prefería estar rodeado de un grupo grande; cuando obligó a Jimi a cantar, también contra su voluntad, y finalmente cuando recortó la duración de las canciones, que excepto '3rd Stone from the sun', tienen la duración que impone el pop. La presentación fue de largo: había nacido una leyenda. Luego llegó el segundo álbum, otro tótem. Y el resto es historia. Además de 'Purple Haze', les dejo otro de mis cortes preferidos, 'Love or confusion'.


1. Something else by the Kinks. The Kinks. 

Y llegamos al primer puesto, donde intentaré convencerles de que 'Something else by the Kinks' es el mejor álbum del año en Reino Unido, del mismo modo que alguien podría defender que 'Days of Future passed', 'The Who Sell Out' o 'Are you experienced', entre otros, lo son, y no con menos razones. 

Para que no se diga, me adelantaré alegando las razones por las cuales alguien podría negarles este primer puesto. A diferencia de otros grupos anteriormente mencionados, los Kinks no fueron especialmente rupturistas en 1967. Musicalmente, su trabajo era una evolución directa con respecto al año anterior. La canción 'Mr. Pleasant', publicada solo en single, bien pudo haberse incluido en 'Face to Face', casi tanto como en 'Something else...' El propio título del álbum, 'Something else by the Kinks' suena a continuidad y a poca pretensión. Echemos más leña al fuego: a pesar de ser un disco tan querido por los aficionados, el propio Ray Davies ha sido autocrítico alguna vez con la producción de aquel álbum, en la que él metió no poca mano. Y con todo, para mí es precisamente esa extraña producción de cajita de música victoriana lo que lo envuelve en una mística que no tienen - o no de la misma forma - otros álbumes de la banda. También siento que la batería de Mick Avory suena especialmente bien en esta grabación.

Producción aparte, lo que engrandece a 'Something else...' son sus canciones. Comenzamos con 'David Watts, de ritmo contagioso y una letra en torno a la envidia y admiración, no sin escondida sorna, hacia un gentleman exitoso, que haría las delicias del humor de Dickens. Le sigue el primer éxito importante de Dave Davies, 'Death of a clown', la canción que reforzó su autoestima con la composición (a pesar de que la sombra de su hermano era alargada, y cada vez más tiránica en la banda). 

Y llegamos a la tercera pista con una de mis preferidas, 'Two Sisters'. Si tuviera que recomendar una canción de la discografía los Kinks que condensase la genialidad de Ray Davies, esta sería una de mis candidatas: en tan solo dos minutos, Ray nos cuenta una historia completa, la de la envidia entre dos hermanas con vidas muy distintas (no hace falta decir que cabe una segunda lectura que afecta a los hermanos Davies), con riqueza melódica, barroquísima instrumentación y un arreglo final de cuerdas que la remata con maestría.


Tras el remanso de paz que supone 'No return', muy integrada en un álbum en general relajado, llega la ruptura rítmica con dos temas de aire de canción popular. 'Harry Rag' parece una suerte de canción pirata en honor del tabaco que nos traslada a un ambiente de taberna, también de novela de Dickens o Stevenson, y 'Tin Soldier Man' recoge el guante con su apropiado coro desenfadado. Tras la historieta de 'Situation Vacant', que podría haber cabido en 'Face to Face', Dave Davies nos ofrece su otro gran tema del disco, 'Love me till the sun shines'. Desembocamos luego en el tramo final, que incluye el resto de mis preferidas del álbum, 'Lazy old sun', 'Afternoon tea'... Para terminar con esa maravilla que es 'Waterloo Sunset', lanzada también en single. 

En suma, con 'Something else...', los Kinks lanzan un álbum único sobresaliente y se instalan definitivamente en Inglaterra, renunciando no sin pena a conquistar el mercado americano; a partir de ahora, y al menos hasta 'Lola...' o 'Muswell Hillbillies', incidirán en su estilo, haciendo de la necesidad virtud, y tienen por ello nuestro eterno agradecimiento. 


Y hasta aquí hemos llegado. Espero no haberles aburrido en exceso. Ya saben que pueden opinar y discrepar con plena libertad. Y ahora, si quieren, recojan el guante.