jueves, 29 de diciembre de 2022

British '66


En el año 1966, el concepto de Swinging London estaba del todo establecido. Como centro neurálgico de varios mercados juveniles, Londres exportó una imagen de modernidad, con sus discotecas cool y las tiendas de Carnaby Street que imponían qué calzado, qué pantalones o qué peinado debía llevarse para estar a la última. Por mis palabras pueden entrever que esto me repele un poco, más que nada cuando explota nuestros instintos gregarios. En suma, soy un aguafiestas, un aburrido... 

El caso es que también cabe una mirada más luminosa al periodo: el impulso del mercado juvenil también facilitó que aflorasen diferentes expresiones creativas. Entre otras cosas, se espoleó a la industria musical, y por eso los años del Swinging produjeron aquella música tan maravillosa. Por ella puedo perdonarle sus estrellatos, los tabloides sensacionalistas y los rizados y permanentes que Eric Clapton se imponía religiosamente en la peluquería cada pocos meses. A pesar del exceso de superficialidad, a nivel sociológico podemos encontrar más aspectos positivos que calaron en muchos jóvenes de a pie: se pusieron en cuestión las viejas formas de entender el mundo; tanto en Londres como al otro lado del charco, en la soñada California, se estaba fraguando la una de las mayores brechas generacionales que conoció el siglo pasado. 

1966 también es el primer año en el que cabe hablar de psicodelia. En el terreno exclusivamente musical, la industria sufrirá fuertes cambios al dar cada vez más importancia al disco largo frente al single, fomentando la concepción del álbum como una obra de arte, hecho que se verá consumado en los años próximos. Con los Beatles en la vanguardia, cada vez más grupos de importancia, si pueden permitírselo, harán un hueco en sus apretadas agendas para la grabación de los discos, reduciendo así el número de conciertos. Y dicho todo esto, hablemos ya de la selección: una vez más, no están todos los que son, pero sí son todos los que están.


10. Hit the road, Jack. The Animals.

Como en la entrada anterior, comienzo mi selección con canciones sueltas, que no considero en menos por el hecho de incluirlas al final de la lista. Aquí tienen a los Animals y su versión de 'Hit the road, Jack', que había inmortalizado Ray Charles años atrás. Eric Burdon era una de las pocas voces británicas que podía emular a un cantante negro con soltura, lo que hacía de los Animals uno de los mejores grupos de versiones R&B de la época. Aún publicaron el último álbum, 'Animalization', antes de separarse: el año anterior había abandonado Alan Price, el teclista, y en 1966 comenzó la deserción general. Burdon organizará un nuevo conjunto y Chas Chandler probará suerte con el management, rol en el que demostrará buen ojo como cazador de talentos, como se verá el año siguiente. 

9. Save my soul. Wimple Winch.

'The Rubble Collection' es una extensa serie de discos que recopilan viejos temas de pop y rock psicodélico. La colección incluye canciones olvidables que habré escuchado entre una y ninguna vez, pero también un puñado de joyas olvidadas que urge rescatar del polvo. Hace unos años realicé una selección (sin duda incompleta) de esas joyas para mi disfrute, una de las cuales es la canción que aquí les ofrezco. Como no sabía nada de este grupo antes de ponerme a escribir, he acudido a informarme en Wikipedia. Al parecer, Wimple Winch, antes llamados 'Just Four Men' - que suena a la marca de tintes para el cabello - provenían del merseybeat y terminaron en el rock psicodélico, siendo una de esas bandas que una vez se acercaron a la fama, pero acabaron pereciendo en el intento. A pesar de su pobre producción, ''Save my soul'' es una canción sorprendente para la época que sigue sonando fresca y potente, una delicia.

8. Gimme Some Lovin'. The Spencer Davis Group.


Que incluya solo una canción de los Spencer Davis Group se debe solo a lo poco que he escuchado al grupo, más allá de este éxito inmortal que sin duda conocerán bien. ¿Qué puedo decir entonces? Que los de Spencer Davis llevaban varios años en la profesión, y que Rick, en un comentario a la anterior entrada, describió justamente a Stevie Winwood como niño prodigio, pues se había unido al grupo con solo quince años, en el sesenta y tres. Como una voz tan apta para el R&B como para el pop-rock, lo veremos en el futuro en Traffic y en Blind Faith.`

7. Small Faces,

'Solo pensábamos en los singles, no nos preocupaban los Lp's. Un Lp se grababa entonces en unos tres días y a nosotros nos llevó solo uno... Y el noventa por ciento de él no era nada malo'.

La cita es de Ronnie Lane, y muestra cómo los Small Faces se encontraban todavía en un paradigma anterior al que estaban entrando los grandes grupos de entonces. De hecho, podemos situarles en el extremo contrario al de los Beatles en aquel entonces. El paradigma del single frente al Lp, sin embargo, era coherente con el género que trabajaban Ronnie y los suyos, que podríamos llamar ''soul-rock'', además de R&B. Hablar de los Small Faces es hablar de energía palpitante, con grabaciones que en el mejor de los casos debían transmitir esa emoción que conseguían sobre el escenario. Cuando empezaron, no eran los músicos más virtuosos, pero la frescura y la autenticidad les definían. Steve Marriot se dejaba literalmente la voz en cada actuación: una voz desgarradora, de las más identificables voces de la década en Gran Bretaña. 

Ya nos ha dejado claro Ronnie Lane que estaban más interesados en los singles, pero en 1966, Decca les publicó su primer LP homónimo, que reúne algunas canciones publicadas en single con nuevas grabaciones. Merece escucharse, por ejemplo, ''You need loving'', cuyo primer fraseo vocal trae a la memoria al instante ''Whole Lotta Love'', que en unos años grabarán Led Zeppelin. La cadena de los plagios, por así decirlo, no acaba aquí, ya que los Small Faces se habían basado - sin molestarse en ocultarlo, pero sin acreditarlo debidamente - a su vez en ''You need love'', grabada por Muddy Waters en 1962. Por no saturar de audios la entrada, que he actualizado, les dejo aquí 'All or nothing', ya fue que la más contribuyó a su fama, llegando al número uno en las listas. 




Como anécdota, cabe decir que la autenticidad del grupo tenía su reverso, pues los jóvenes músicos pecaron de ingenuos: estaban tan pendientes de disfrutar de la música y del ambiente que les ofrecía el Swinging London que ni siquiera se percataron de que su manager, Don Arden, se estaba aprovechando de ellos. Tuvieron que ser los padres de los músicos quienes se movieron para contratar a un abogado, alertados del poco dinero que llegaba a los bolsillos de los chicos, a pesar de lo mucho que trabajaban e ingresaban en las arcas de Decca. Con afán de defenderse y escurrir el bulto, Arden jugó sucio y les dijo a los padres que sus hijos se drogaban, y que esta era la razón de la ausencia del dinero. Aquel suceso espabiló a los Small Faces y les sacó definitivamente de la adolescencia, aprendiendo lo que era realmente el negocio.

'Por supuesto no se dieron cuenta de que era un vil engaño para que se olvidasen del dinero. Esto nos decidió a dejar a Arden y, al ver a nuestros padres preocupados, comenzamos a hacernos preguntas sobre lo que ganábamos realmente. A nuestros padres logramos convencerles de que no éramos drogadictos, aunque creo que en el fondo les quedó la duda...'


6. The Who.

Llevamos tiempo escuchando rumores sobre la supuesta producción de un biopic de Keith Moon. Josu Eskorbuto idolatraba al personaje. Esa mitificación, acelerada por la temprana muerte del batería de los Who en el setenta y ocho, se debe a un tipo particular de estrella del rock que siempre ha tenido seguidores, y es comprensible: los que actuaban sin control y arrasaban habitaciones de hotel. En esta entrada enterraremos ese mito y reivindicaremos, sin embargo, la figura más prosaica de Roger Daltrey. 

Tras el éxito de 'My Generation', y aún en sus comienzos, The Who estuvieron a punto de disolverse. Keith Moon y John Entwistle eran ya por entonces una pareja unida en sus aficiones y planes musicales; Pete Townshend estaba cada vez más seguro de sus capacidades creativas e iba asumiendo el liderazgo del grupo; Roger Daltrey discrepaba en todo con el resto de la banda: no le gustaba el giro 'pop-art' que estaba manejando Townshend ni simpatizaba con los excesos del imprevisible batería. Daltrey se veía a sí mismo como un trabajador responsable en el negocio de la música, casi como un obrero especializado: consciente de dónde venía, y agradecido por su suerte, era el único que no consumía drogas; era, por lo demás, un cantante de blues obligado a ser una estrella del pop. Cuando, en cierta ocasión, el temperamental vocalista, harto de las payasadas de Keith Moon, tumbó de un puñetazo a su colega, todos, sin excepción, pensaron que el grupo estaba acabado. Y sin embargo, consiguieron sentarse en una mesa y anteponer el negocio a las diferencias personales. De esto dijo Pete:

'Presenciamos una increíble transformación: de ser uno de los tipos más agresivos y violentos que he conocido, pasó a ser uno de los más pacíficos. Tuvo que aprender a convivir con muchas cosas que no le gustaban. Es algo que siempre admiré, porque conociendo la personalidad tan fuerte que tenía, se lo tragó todo por la causa del grupo'.

El giro 'pop-art' de los Who sentó las bases de lo que terminaría siendo su estilo propio que, partiendo del R&B, flirteaba el power pop e incluso incluía - o así lo veo yo - las querencias surferas que tanto atraían a Keith Moon. 1966 llegó con los singles 'Substitute' y la estimulante 'Happy Jack', una de sus mejores canciones del año, y cuyo vídeo (uno de los primeros videoclips realizados en la historia del pop) les dejo al final de la entrada. 



Luego llegaría el segundo LP, 'A quick one'. Ya en la portada puede verse la nueva marca de los Who, con una estética que vendía glamour y vanguardia; también nos topamos con la imagen de cuatro solistas unidos en el mismo grupo, algo que iba más allá de la imagen, pues para este disco decidieron incluir composiciones de los cuatro miembros, que también cantan sus propias canciones, con diferentes resultados. Hacía mucho que no lo escuchaba, y aunque defiendo casi todo el disco, no termina de engancharme la coda final a cargo de Townshend, que fue un intento temprano de crear una mini-ópera rock. Me quedo con las aportaciones de John Entwistle, y por ello dejaré aquí la canción que más aprecio, que es la originalidad surrealista de 'Boris the Spider', a la que el bajista aporta una voz gutural. Destaco otros dos temas creados por el bajista que no aparecieron publicados en el álbum original, aunque hoy estén incluidos en la edición en CD: 'In the city' y 'Doctor, Doctor', lanzado al año siguiente.



5. Cream.

Tras la salida de los Yardbirds, poco había durado Eric Clapton junto a John Mayall, y tras algunos escarceos aquí y allí, en 1966 se unió a Ginger Baker, talentoso baterista de jazz, para montárselo por su cuenta. Eso sí: el precio que puso Clapton era que debían integrar también a Jack Bruce como bajista. Baker y Bruce ya habían coincidido en el pasado, y a pesar de coordinarse perfectamente sobre el escenario, en lo personal no podían ni verse. Debieron pensárselo bien, pero pudieron las razones comerciales sobre cualquier inconveniencia. Cream se formó, por tanto, sobre la firme base del negocio, y con el serio objetivo de barrer a todo rival. Se consideraban la aristocracia de lo que con el tiempo se llamará blues-rock. Cuidado, que muerden. Eran la crème de la crème. 

Escuchar a Cream es puro disfrute, gozando de su sonido denso, adictivo, con empaque y con un swing perfecto. Si en los Yardbirds sobresale la guitarra, aquí tenemos lo que se llamó un 'power trío' en el que se hace notar cada uno de los tres instrumentos. Debido a la reputación de los tres solistas, también lo llamaron 'supergrupo', aunque el término me rechina. Comenzaron mostrando su versatilidad con un single a medio camino entre el blues y el pop, 'Wrapping Paper'. Luego llegaría el disco largo, 'Fresh Cream', formado por versiones y temas originales compuestos mayormente por Jack Bruce. A pesar de que las versiones ya no cimentaban los méritos de un grupo que quería hacerse valer, hay que decir que Cream hizo de ellas un arte, desarrollando y llevando a su terreno temas ajenos. 

El fuerte de Cream eran los directos, donde dilataban el tiempo en largas improvisaciones, pero consiguieron transmitir aquella fuerza en sus grabaciones de estudio. Para muestra, háganse un favor y escuchen (o háganlo de nuevo) su versión de 'Spoonful'. Hay canciones tan consolidadas que no pueden versionarse, y tal es el caso de 'Spoonful', donde la autenticidad callejera y la profunda voz de Howlin' Wolf son inigualables. Cream demostró que, incluso en esos casos, nunca está dicha la última palabra: no la mejoró, pero sí creó a partir de ella algo distinto. 


En cuanto a los temas originales, creo que dos composiciones de Jack Bruce que supieron despuntar en los inicios de la banda: 'N.S.U.' que abre el Lp, y 'I feel free' que se publicó como sencillo - aunque posteriormente se haya incluido en reediciones del primer álbum -. Con estos temas, Cream mostraba sus mejor carta de presentación, dejando claro que podía ir más allá del blues. Además de las virtudes técnicas de los tres músicos, también cabe destacar la potente voz y las capacidades de Jack Bruce al micrófono. Un trío musical es el máximo común divisor, pero cuando funciona, su presencia escénica es imbatible. Pocas veces, tres músicos han dado tanto de sí sobre las tablas.


4. The Yardbirds.

Sin parar de actuar en directo, los Yardbirds comenzaron el año viajando por segunda vez a Estados Unidos, origen de su música adorada. Decíamos en la anterior entrada que al grupo solo podía achacársele la falta de composiciones propias, algo que a estas alturas comenzaba a ser un mínimo exigible a cualquier grupo que quisiese permanecer en la élite. Esto cambió con su álbum de 1966 'The Yardbirds', conocido también como 'Roger the Engineer', dado el simpático dibujo de la portada que el guitarrista Chris Dreja dedicó al ingeniero de sonido Roger Cameron. Se han señalado varios plagios en el esqueleto o melodía de alguno de los temas originales. En definitiva, nada que empañe un trabajo exquisito, que comienza con la bluesera 'Lost women', montada sobre la línea de bajo, y termina dejándonos piezas atmosféricas en las que podemos destacar 'Turn into Earth'.

En cualquier caso, lo que eleva el trabajo de los Yardbirds de este año, además de las composiciones en bruto, son sobre todo las guitarras y la producción, concretamente las aportaciones de Jeff Beck. Como muestra de estas sabrosas seis cuerdas, mencionamos dos de los temas más representativos, 'Over Under Sideways Down' y 'Jeff's Boogie' que, además de aparecer en el Lp, fueron publicados como cara A y cara B, respectivamente, de un single en mayo.

El año termina con la publicación de 'Happenings Ten Years Time Ago', construida sobre otra sugerente línea de guitarra. Partiendo del blues, los Yardbirds se habían trabajado un sonido propio y se encontraban en la vanguardia de lo que hoy conocemos como rock psicodélico, pero les faltó union y coordinación. Paul Samwell-Smith, el bajista abandonó el grupo y fue sustituido por Jimi Page, que pronto sustituiría el bajo por la guitarra, que era lo suyo, ante el abandono de Jeff Beck. Lo que pasaría más tarde con estos músicos desnortados, cual cantos rodados, ya no nos atañe aquí. 


Abandonamos al grupo recordando su participación en el film de Antonioni 'Blow up' que, lo admito, es una película que no me gusta. Creo que su estatus de obra maestra se debe más al glamour del Swinging London que a la película en sí, cosa que ocurre con otras obras de culto de la década, cuyo ejemplo más claro lo veo en la envejecida 'Easy rider', de innegable importancia histórica, pero poco más. En cualquier caso, hace demasiado tiempo que no veo 'Blow up', y tendría que hacerlo para afianzar o bien corregir mi opinión sobre ella. Les dejo la disfrutable escena en la que los  Yardbirds interpretan 'Stroll on', que no es sino 'Train kept a-rollin', canción publicada el año anterior. Además de Keith Relf, Jeff Beck y demás, pueden ver en la escena a Jimmy Page, la nueva incorporación. 


Antonioni había oído algo sobre un guitarrista que destrozaba su instrumento en el escenario (sin duda, Pete Townshend), pero como la banda escogida para la película fueron los Yardbirds, se le pidió a Jeff Beck que hiciera lo propio. No sé qué opinaría de esto Townshend, pues pocos músicos han sido tan celosos como él de las patentes escénicas; no en vano, en el futuro se agarrará un fuerte cabreo con Jimi Hendrix cuando éste queme su guitarra en Monterey. Pete debía pensar que la destrucción de instrumentos era propiedad exclusiva de los Who, aunque Jimi no dará demasiada importancia a quién inventó qué, mientras el truco funcione en el show.

3. The Rolling Stones.

El año pasado, los medios construyeron una de esas noticias irrelevantes destinadas a hacer un poco de ruido despertando viejas rencillas artificiosas. El titular ponía en boca de Paul McCartney que los Rolling Stones nunca podrían compararse con los Beatles, porque solo han sido una banda de covers de blues. A esto respondió luego Mick Jagger con humor, bromeando en uno de sus conciertos: 'Paul McCartney está aquí y se unirá a nosotros, a esta banda de covers de blues'. 

Dejando las invenciones de la prensa aparte, lo cierto es que, al principio, los Rolling Stones eran poco más que una banda de versiones de blues, así que solo en parte podemos dar la razón a Macca. Durante sus primeros años, el más elitista público mod dio la espalda a los Stones porque las versiones no siempre podían jactarse de no desmerecer las originales, cosa que por otro lado podríamos decir de la mayoría de los grupos de versiones de la época. A pesar de todo, la banda de Mick Jagger demostraba nivel y alcanzó pronto el éxito. No solo fue cuestión de suerte, pues se lo trabajaron y mostraron tablas. Luego llegó el trallazo que les hizo mundialmente conocidos: '(I Can't Get No) Satisfaction', y entonces la presión se acrecentó, el tiempo corría y se imponía la necesidad de componer temas originales de calidad si no querían caerse del pedestal: su futuro pendía de un hilo.

La respuesta a la presión que les impuso su 'Satisfaction' terminaría siendo el lanzamiento del álbum 'Aftermath'. El R&B de base se mezcló con temas de pop (Out of time) e incluso pop barroco (Lady Jane). En conjunto, el álbum transmite un halo oscuro que ya anuncia la portada. Los Stones tomaron nota de lo que hacían otras bandas de vanguardia y se apresuraron a edificar el álbum con arreglos exóticos, en los que hay que subrayar el aporte de Brian Jones, mal que le pese a Keith Richards que, si no recuerdo mal, en sus memorias minimizaba un poco la implicación de Jones. Y sin esos arreglos, Aftermath perdería enteros. Así tenemos, desde el comienzo, 'Mother's Little Helper', que ya muestra las cartas de la mencionada oscuridad del álbum, tratando acerca de algunas adicciones legales de las amas de casa. Aunque, si hablamos de oscuridad, es obligatorio traer aquí uno de los clásicos que los Stones publicaron en single poco después de lanzar el Lp: 'Paint it black'.


A cuenta de algunos temas, como 'Stupid girl', el grupo ha arrastrado la controversia de posibles posturas misóginas, y en ese sentido también cabe destacar la que para mí es la otra mejor canción que los Rolling Stones publicaron aquel año, aunque, corrección o incorrección aparte, la letra no sea la razón. Hablo de la magnífica 'Under my thumb', rematada por la marimba de Brian Jones, que cada vez tendrá menos peso en el grupo hasta su trágico final. 


2. The Beatles.

Tras unos años de giras continuas, los Beatles se tomaron un descanso y se prepararon para cambiar el paradigma musical: a partir de entonces, se tomarían más en serio la grabación de sus álbumes. Si el primer Lp de los Small Faces se grabó en unas pocas horas, la grabación de Revolver duró diez semanas. Pronto llegarían más lejos y decidirían abandonar para siempre los escenarios. Pero no corramos tanto. 

Lo que caracterizó 'Revolver' fue la intención expresa de innovar con las técnicas de grabación. Aprovecho para recomendar un libro que estoy releyendo y que podrán encontrar fácilmente, si les interesa: 'El sonido de los Beatles', escrito por Geoff Emerick, quien fuera su ingeniero de grabación durante los años dorados. Hay que tener en cuenta que el ingeniero no es un testigo neutral, pues simpatizaba más con Paul McCartney, a quien acompañaría años después en alguno de sus trabajos posteriores. ¿Pero existen los testigos neutrales? a pesar de todo, como narrador, Emerick sabe buscar cierta imparcialidad, llegando a acusar a su amigo Paul, por ejemplo, de manipular en ciertas ocasiones a John Lennon o de ser el beatle más hostil contra George Harrison.

Que Revolver no es un álbum perfecto ya nos lo recuerda cierto submarino amarillo (de cara a defender un tema gracioso, es bastante mejor Octopus’s Garden, la aportación de Ringo en Abbey Road), pero la mayoría de sus composiciones son del más alto nivel, aun sin tener en cuenta la inmejorable producción del álbum. La innovación más experimental llegó de mano de John Lennon, quien acudió al estudio con una extraña demanda: había compuesto un tema de un solo tono y quería que su voz sonara 'como el Dalai Lama cantando desde la cumbre de una montaña'. Se trataba de 'Tomorrow never knows' y, tal y como recuerda Emerick en sus memorias, a la genialidad natural de Lennon se unió el buen hacer de los cuatro beatles en el estudio de grabación: pistas reproducidas al revés, sonidos de archivo... Hay que tener en cuenta que, aparte del afán experimentador, Lennon siempre mostró cierto complejo con su propia voz: a pesar de ser un gran cantante, no soportaba oírse, y por ello en tantas grabaciones con los Beatles o en su futura carrera en solitario camufla la voz bajo efectos diversos.
 

'John siempre tenía un montón de ideas sobre cómo quería que sonaran sus canciones; tenía en la mente lo que quería oír. El problema era que, a diferencia de Paul, le costaba expresar esas ideas si no era en los términos más abstractos. Si Paul solía decir: 'esta canción necesita metales y timbales', la indicación de John era más bien: 'Quiero que suene como James Dean dándole caña a la moto por la autopista'. O 'hazme sonar como el Dalai Lama cantando desde la cumbre de una montaña'.

Revolver además fue un hito para George Harrison, que aportó nada menos que tres canciones; las tres son buenas, pero podemos destacar 'Taxman', que abre el álbum. También cabe mencionar dos que vienen de la mano de McCartney: la bonita 'Here, There and Everywhere' y la marchosa 'Got to get you into my life'.


Revolver es uno de los mejores trabajos de los Beatles, pero todos tenemos nuestras debilidades, y para mí hay una canción que está por encima del resto; no solo es una de mis preferidas de toda la discografía de los Beatles, sino en general de toda la historia del pop. Me refiero a Eleanor Rigby. La canción aborda la soledad de un modo único en el pop de la época. En palabras de McCartney, la letra se resume en el hecho de que alguien pueda morir sin que nadie se entere. A diferencia de otras creaciones de Paul, compuestas con piano, en esta ocasión el beatle la compuso con una guitarra acústica. George Martin le sugirió la inclusión de un cuarteto de cuerda, pero McCartney, que sabía perfectamente lo que quería, insistió en que las cuerdas debían sonar 'realmente penetrantes' así que los micrófonos debían situarse lo más cerca posible de los músicos de sesión (que fueron ocho), rompiendo con las rígidas reglas de EMI. Leamos cómo lo recuerda Geoff Emerick:

'Los cuartetos de cuerda se grababan tradicionalmente con solo uno o dos micrófonos, colocados a varios metros de altura, para que no se oyera el chirrido de los arcos. Pero con las instrucciones de Paul en mente, decidí colocar los micros muy cerca, lo que era un concepto nuevo. ¡Los músicos quedaron horrorizados! Uno de ellos me lanzó una mirada de desprecio, puso los ojos en blanco y refunfuñó:

- No puedes hacer eso, ¿sabes? 

(...) Hasta cierto punto, podía comprender por qué estaban tan enfadados: tenían miedo de equivocarse de nota, y bajo aquel microscopio cualquier discrepancia en la forma de tocar iba a quedar magnificada (...) podía oír el ruido de los ocho músicos retrasando ligeramente las sillas antes de cada toma, por lo que me veía obligado a volver a bajar y acercarles otra vez los micros, una situación bastante cómica. Al final George Martin tuvo que decirles a las claras que dejaran de alejarse del micro (...) Los Beatles eran perfeccionistas, y no siempre comprendían las limitaciones de los instrumentos musicales. En especial, la actitud de Paul respecto a los músicos externos era: 'Te pagan por hacer un trabajo; tú hazlo y punto'. Yo tenía la sensación de que los músicos clásicos lo habían tenido fácil durante mucho tiempo, pero ahora las cosas estaban cambiando'.




1. The Kinks.

A pesar del sobresaliente álbum de los Beatles, quiero dar el primer puesto del año al trabajo realizado por los Kinks, tanto por su audacia como por el excelente material producido. Ya comentamos en la anterior entrada que el veto en Estados Unidos les supuso un gran coste de oportunidad. No solo hay que tener en cuenta la desastrosa gira americana, en la que los Kinks tuvieron parte de culpa, sino los problemas internos del grupo: el ego neurótico de Ray Davies, la actitud de su hermano Dave, los serios problemas entre Dave y Mick Avory, las inquietudes y seguramente envidias de Pete Quaife, que abandonó el grupo durante un tiempo, los managers y chupópteros varios... En resumidas cuentas, es más fácil señalar qué cosas iban bien en el grupo, que enumerar la retahíla de problemas que amenazaban con disolverles para siempre. Basta decir que, comenzando el año, el recién casado Ray Davies se ausentó del grupo en plena gira y estuvo a punto de abandonar también el negocio de la música y buscar acomodo en alguna otra salida que le ofreciesen sus viejos colegas de la Escuela de Arte. 

'Con seis o siete hits a mis espaldas, me encontraba tirado en la cama, semiinconsciente, confuso por todas las ideas para canciones y desconcertado por todos los litigios legales. Mi mente saturada empezaba a experimentar un bloqueo total del negocio'.

En este contexto se había publicado un tema que Ray compuso, en sus palabras, con 'veneno', 'Dedicated follower of fashion'. Apuntaba directamente a las aficiones de su propia generación. Para la canción, Ray había vuelto a recurrir al music-hall, género popular que escuchaban las clases trabajadoras de las generaciones anteriores y que conocía desde la infancia, porque su padre le llevaba a esas interpretaciones y la familia Davies lo empleaba en sus fiestas caseras de fin de semana, donde acudía medio vecindario. La decisión de incorporarlo cada vez más a sus composiciones, fusionándolo con el pop-rock, tenía razones tanto culturales como musicales.

'Durante años renegué de él porque, en términos de rock and roll, el music hall es algo pasado de moda para que te asocien con él, cosa que no pasa con el blues. Pero el music hall fue una influencia sin duda muy importante. Yo ponía a gente como George Formby [cómico inglés de music hall conocido por tocar el banjo ukelele] al mismo nivel que [el bluesman americano] Big Bill Broonzy'.

A comienzos de verano, los Kinks lanzaron un single clave: la cara A era ''Sunny Aftenoon'' y la B, ''I'm not like everybody else'', épica desnuda y emocionante, toda una declaración de principios que Ray compuso originalmente pensando en vendérsela a los Animals; como los de Eric Burdon la rechazaron, la grabaron ellos mismos, con Dave Davies a la voz principal. 


Durante el verano grabaron 'Face to face', que no se publicaría hasta octubre. Todo el álbum es una delicia, comenzando por esa llamada telefónica que da inicio a la trepidante 'Party Line', y terminando en 'Sunny afternoon', la pieza maestra. Como en tantos otros casos en la historia del pop - y que se lo digan a Ian Anderson, de los Tull - a la hora de hablar de este disco, se abusa del término ''álbum conceptual''. Aún no estamos en la época en la que los grupos crearían premeditados álbumes conceptuales, pero es cierto que 'Face to face', en tanto que es un trabajo unitario que relaciona unos pocos temas entre sí, que son historietas inglesas, y ofrece un contenido sugerente, es uno de los dignos antecesores. Lo curioso es que el mismo Ray Davies criticó a su propio álbum por considerarlo poro unitario. Tenemos historietas cargadas de ironía por las que pasean burgueses de la City que añoran el campo, ricos asfixiados por el fisco, o que pierden una suculenta casa recién comprada, por no hablar de la guitarra hawaiana de 'Holiday in Waikiki' o la divertida 'Dandy', cuyo personaje podemos imaginar en la portada. Un corte aparte es 'Session man', dedicado al músico de sesión Nicky Hopkins, que aquí se lució especialmente con los arreglos y florituras: ¿Cómo no hacerlo en este caso? También tiene cabida un tema tan personal como 'Rosie won't you please come home', que hace referencia a la hermana mayor de los Davies, que vivía en Australia.


En noviembre, los Kinks publicaron otro single potente: 'Dead end Street' en la cara A, y en la B ''Big Black Smoke''. Las dos canciones comparten el espíritu dickensiano y son de lo mejorcito que grabaron en 1966. Perfectamente podían haber cabido en 'Face to face', y por ello su inclusión en la reedición actual en CD es más que apropiada. 'Dead end Street' trata de los problemas de las clases bajas, un tema trabajado por los bluesmen, pero hasta entonces alejado de los focos del pop. Según Dave Davies:

'Para mí, 'Dead end  Street' fue la personificación de lo que eran los Kinks. Una canción llena de carácter y patetismo, y aun así con una esperanza subyacente. Reflejaba una querencia por el pasado, pero al mismo tiempo expresaba una determinación y un anhelo por cambiar. Voces angustiadas clamando en un mundo despiadado. Un mundo donde el esfuerzo de la persona normal importaba poco'.


Para promocionar la canción, Ray dio rienda suelta a sus inquietudes cinematográficas y rodaron un videoclip que rezuma humor negro - junto con el de 'Happy Jack', de los Who, es uno de los primeros de los que tenemos constancia - , que he dejado arriba. Por su parte, 'Big Black Smoke' es un rock con elementos de music-hall que nos habla de una mujer perdida en los vicios de Londres; es del mismo nivel que la anterior.

Lo dejamos ya, porque nos hemos extendido demasiado. Copio, para terminar, la mencionada 'Sunny afternoon'. Que la disfruten con una cerveza fría al calor de la tarde. Aunque el verano tendrá que esperar. Que tengan feliz Nochevieja y próspero Año Nuevo.


'...My girlfriend's run off with my car
and gone back to her ma and pa
tellin' tales of drunkenness and cruelty
Now I'm sittin' here
sippin' at my ice cold beer
lazin' on a sunny afternoon'.

sábado, 10 de diciembre de 2022

British '65

Pónganse los auriculares, cierren los ojos y viajen al pasado una vez más: están a punto de cruzar el ecuador de los sesenta, como César cruzó el Rubicón. Las décadas anteriores conocieron nuevos géneros como el  rhythm and blues, el rock'n roll y el soul, por no hablar de la evolución del jazz, lo que hace de los cincuenta otra época interesante; no en vano, las estrecheces de la posguerra habían contribuido a cambiar el panorama de la música popular, y las limitaciones impulsan la creatividad. Pero, ¡ay, amigo! El experimento de los sesenta fue un paso más allá, y no exageraríamos si afirmamos que, en unos pocos años, ese pequeño paso para el hombre supuso un gran salto para la humanidad o, dejando las frases grandilocuentes para los astronautas del Apolo XI, ha habido un antes y un después en la industria musical, en particular si pensamos en la segunda mitad de la década. Sigue sorprendiéndome lo acelerado de aquellos años. ¿Qué pasó exactamente? Pues muchas cosas, un sinfín de variables que aquí no podemos explicar. Lo que sí haremos será bosquejar un par de ellas.

Los sesenta habían comenzado con el declive del rudo rock'n roll y el paulatino auge del pop dulzón, que paradójicamente terminaría reactivando viejos sonidos americanos y llevándolos más allá de sus límites. Pensemos en Inglaterra, donde a mediados de la década se desató una fiera carrera entre sellos discográficos y bandas musicales. La competencia era lo suficientemente dura como para derribar a los menos capaces, los que se rendían ante las adversidades o, a veces, a los que tenían menos suerte, esto es, los que no eran apoyados por sus compañías o no conjugaban con los vientos del momento. Para bien o para mal, estar en la onda siempre ha sido un requisito para figurar en la industria musical. Varios nombres se fueron alzando sobre los demás, pero, a pesar de todo, la oferta de grupos era elevada, abundando los one-hit wonder, grupos de un solo éxito que se volatilizaban como elementos químicos inestables. 

Respecto a la selección de este año, me parece más sencillo reducirla aquí al terreno británico, dejando para otro día el material americano. ¿Por dónde íbamos? El sesenta y cinco fue un curso crucial para el desarrollo del pop inglés. El merseybeat, impulsado por los de Liverpool en los años anteriores, fue tan influyente que el principal problema que se plantearon esos pocos músicos que tenían verdadera ambición era que la industria les obligaba a sonar como los Beatles, pero a la vez debían distinguirse de ellos. Siempre cabía la opción de hacerse un hueco en la escena del rhythm and blues, que también tenía afición, pero no por ello desaparecía del todo el dilema. ¿Cómo diferenciarse de los Beatles? To be or no to be, that is the question.

8. She's not there. The Zombies.

Hoy en día solo son conocidos por dos canciones, pero los Zombies tenían madera para haber respondido positivamente a la pregunta con la que abro esta lista. ¿Cómo diferenciarse de los Beatles? Por ejemplo, mezclando el pop con un amable espíritu de banda que ambienta garitos de copete. Esta línea les imprimió un perfil escénico bajo, con una imagen de chicos buenos que estudian en la universidad y se reúnen por las tardes para dedicar el tiempo a las musas, pero ese toque jazzy también sirvió para crear un tema como 'She's not there', y eso es lo que importa aquí. 

7. I've got mine. Small Faces.

Uno de los escenarios que había crecido el año anterior, alimentando un prometedor  nicho de mercado, era el de los mods. El moderneo más juvenil tenía su lado gamberro y bailaba soul y R&B de importación. Dejando la música aparte, los mods andaban sobrados de ostentación y superficialidad, y en eso los adolescentes de diferentes épocas se parecen mucho. El caso es que el grupo mod por antonomasia, Small Faces, hicieron sus pinitos a finales de año con este su segundo single, que fracasó estrepitosamente - mala planificación de márquetin -, pero que plasma en bruto el sonido que les hará tan distintivos en el futuro. De hecho, si alguien llega aquí y conoce un poco este grupo, pero no la canción, quizá le suene bastante, porque unos años después la retomaron para el instrumental que abre el psicodélico ''Ogdens' nut gone flake''. 

6The Animals.


Al igual que los Rolling Stones, los Animals se dedican especialmente a las versiones de rhythm and blues. Por desgracia, no son empresarios tan eficientes como aquellos; la mimetización de Eric Burdon con sus queridos bluesmen americanos llegará tan lejos como para degradarlo al alcoholismo y arrastrarlo en la caída de las drogas, una lacra que compartieron tantos profesionales del gremio. Pero de momento el grupo sigue adelante a pesar de que se avivan las tensiones y de que su manager, Michael Jeffery, les está robando descaradamente. ''Animal tracks'' se publica en el sesenta y cinco, y podemos destacar, entre otras, la conocida versión de ''Don't Let Me Be Misunderstood'' y mi preferida ''It's my life'', canción que no me cansaré de reivindicar: sostenida por el órgano, con buena melodía y enérgica interpretación de Burdon. En esto ayuda la letra, en la que el narrador le habla a su chica de cómo saldrá adelante con autosuficiencia, a pesar de las dificultades. 

5. (I can't get no) Satisfaction. The Rolling Stones.


Los Rolling Stones llevaban ya tiempo labrándose un nombre en el rhythm and blues británico. ¿Cómo diferenciarse de los Beatles? Musicalmente hablando, la pregunta era innecesaria, pues trabajaban un género distinto, pero Andrew Loog Oldham, el astuto manager, lo tenía muy claro: no solo era conveniente la comparación con los Beatles, sino que debía convertirlos en su antítesis mediática. La operación de imagen fue una gran impostura, pero al menos no obligó a los miembros del grupo a apartarse de sus gustos musicales. Podríamos mencionar otras canciones suyas del año, pero el resto del material no me entusiasma tanto como para destacarlo aquí, no al menos hasta el 'Aftermath'. Los Stones son un grupo de florecimiento tardío, aunque '(I can't get no) Satisfaction' fue el impulso que necesitaban y un trallazo que no necesita presentación. Para ser unos pálidos blancuchos, eran ya buenos intérpretes de los ritmos negros: Mick Jagger mostraba tablas para convertirse en un reputado frontman del género, y Keith Richards ganará poco a poco confianza como creador de riffs endiablados. 

4. The Who.

Hay que admitir que la portada americana superó a la original. Cuatro músicos, cuatro personalidades, 'quadrophenia'... Vale, no nos vayamos tan lejos. Esa idea tan literaria de las cuatro personalidades vendrá algún día de Pete Townshend, el artista con buen ojo para las patentes escénicas, así como un formidable guitarra rítmica. Y hablando de ritmos, la sección rítmica... ¿Hace falta decirlo? Una de las bazas del grupo era el combo entre John Entwistle y Keith Moon, que funcionaba como una máquina engrasada, pero marcando su propia línea definida en los surcos. Si le sumamos la voz de Roger Daltrey, tenemos un casting de altura. ¿Cómo diferenciarse de los Beatles? En el caso de los Who, habría que preguntar además: ¿Cómo diferenciarse de los Kinks y los Stones? Tocaban una suerte de rhythm and blues, pero habían bebido también de los Beatles y quisieron ser los nuevos Kinks, en una propuesta más cañera. Quisieron, además, ser el grupo que llenase el nicho de mercado mod, así que tuvieron que disfrazarse de mods, lo cual no les supuso ningún problema: París bien vale una misa.

Toca seleccionar entre los primeros singles, así que cerramos la entrada con 'I can't explain', canción juvenil que tiene la virtud (al menos para mí) de no cansar nunca, por mucho que uno la escuche; Townshend la compuso influido por la guitarra de Dave Davies. Pero como no puede ser de otro modo, hay que hablar de 'My Generation', tema auto-consciente con vocación de himno instantáneo. Por fortuna, además de publicarlo en single, lo incluyeron en su álbum debut, 'The Who Sings My Generation', que incluye composiciones de Townshend unidas a algunas versiones de R&B. Un primer álbum destacable por la fuerza desplegada, que es la mejor carta de presentación de este grupo; no abunda en canciones memorables y su estilo, que en el futuro se refinará, esté aquí servido en crudo.

 

 
3. The Yardbirds.

'The Yardbirds' son tan sorprendentes en el ecuador de la década que clama al cielo que su material no sea hoy más recordado, más allá de mencionarlos reiteradamente a la hora de hablar de los orígenes de Cream o Led Zeppelin. La explicación es muy simple: por este grupo pasaron Clapton, Beck y Page, cuyas carreras partieron más o menos de su salida de Yardbirds. Si nos olvidamos de esta curiosidad, conviene fijarnos en lo que importa. Partían del blues purista, pero tocaron el cielo en cuanto decidieron moverse al pop con el single 'For your love', lo que espantó al prometedor fichaje que el grupo tenía a la guitarra y que toca en esta canción, Eric Clapton. Por respeto, deberíamos dejar constancia de que Graham Gouldman fue el compositor: los guitarristas que pasaron por este grupo acaparan toda la atención, e ignoramos a otras personas de mérito.



El año sesenta y cinco coincide con la salida de Clapton y la llegada de Jeff Beck, que aprovechará las composiciones cedidas a los Yardbirds, en especial las del mencionado Graham Gouldman (entre las pocas pegas que puedan ponerse al grupo, está la falta de temas originales propios) para experimentar con la guitarra. Como LP, 'Having a rave up' es incoherente, pues su cara B incluye interpretaciones en directo de blues en las que toca Clapton. La cara A, sin embargo, parece un pequeño recopilatorio de éxitos, y ninguna de sus canciones tiene desperdicio: son temas, vuelvo a decirlo, sorprendentes para la época, anticipando la psicodelia en algunos aspectos. Podría traer aquí varias pistas, pero mencionaré solo dos: 'You're a Better Man Than I' e 'Evil Hearted You'. La oscuridad que consigue la guitarra de esta segunda canción nos adelanta lo que en unos años será la atmósfera de Led Zeppelin.




2. The Kinks.

Es difícil exagerar la innovación de Dave Davies el día que distorsionó el amplificador de su guitarra, así como la influencia de sus riffs cortantes, pero no sitúo a los Kinks en este puesto por la importancia que tuviesen o dejasen de tener, sino por las canciones que produjeron en 1965. No fue un año fácil para el grupo, pues les vetaron las actuaciones en Estados Unidos, lo que suponía perder un mercado muy lucrativo. ¿Cómo diferenciarse de los Beatles? Los Kinks de esta época navegaban en varias aguas, entre el blues, el rock'n roll y el merseybeat. Si solo hablásemos de aguas y corrientes, podría haber sido un caso de arrasador one-hit-wonder, un grupo condenado a desaparecer, pero no fue así. Sonidos de guitarra aparte, los Kinks contaban con un activo fundamental: el talento compositivo de Ray Davies. Los singles y los dos álbumes largos que publicaron en el sesenta y cinco, 'Kinda Kinks' y 'The Kink Kontroversy', no pueden vanagloriarse de tener la mejor producción existente en la época, y además no todo el material está a la misma altura, pero sí poseen un puñado de temas de primera calidad. Me pregunto si, dada la variedad estilística del grupo, una más cuidada producción no hubiera engrandecido lo que ofrecieron aquel año. 

Os propongo varias canciones representativas del curso del sesenta y cinco. En primer lugar, 'Set me free', publicada a mediados de año en single: pop directo que destaca por su melodía y cambios de tonalidad; definitivamente, los Blur no inventaron ese tipo de falsetes en los noventa. 'A Well respected man' será un preludio de un tipo de canciones que trabajará el mayor de los Davies en el futuro, influido del espíritu cabaretero del music hall británico y con una letra mordaz.

Como contraste y muestra de la versatilidad del grupo, a continuación pueden escuchar en directo su sabrosa versión de 'Milk Cow Blues', con la que abren The Kink Kontroversy. No deja de ser curioso que, en un álbum que por primera vez estaba formado completamente por canciones originales de la banda, menos una, decidiesen comenzar precisamente con esa única versión, pero lo merece. Escuchamos a los dos hermanos; uno parece responder a otro: dos timbres de voz que se compenetran bien.


Más interesante aún es el single que publicaron en noviembre del mismo año, cuyas dos canciones fueron incluidas también en 'The Kink Kontroversy'. En la cara B, 'Where Have All The Good Times Gone' desnuda su esquema con los tres acordes de entrada y muestra en su letra una extraña empatía con la generación anterior, que vivió la posguerra. La cara A se lo llevó la cañera 'Till the End of the Day', que también pone las cartas sobre la mesa y lleva a la perfección el sonido de los primeros Kinks, con sus característicos riffs. Esta canción es una inyección de vitalismo para escuchar por la mañana y ya saben... Hasta el final del día.




1. The Beatles.

Dos buenos compositores y, para más inri, también dos buenos cantantes que podían alternarse en directo y coordinar las armonías vocales (o dos y medio, si incluimos al huraño George Harrison, por entonces un poco ninguneado). Los Beatles contaban con el potencial suficiente, y solo les faltaba seguir desarrollándolo. Habían contado además con George Martin, que aunque no estaba en la onda, era un oído clásico que hizo bien su trabajo, al menos durante la primera época del grupo, porque con el tiempo terminarán ignorándolo. ¿Cómo diferenciarse de los Beatles? Mi pregunta parece absurda, pero no es ninguna tontería. Observaron mejor lo que se producía a su alrededor y pusieron el listón en lo más alto. Por ejemplo, John Lennon comenzó a despreciar abiertamente las letras que habían escrito en el pasado, y Paul McCartney, en adelante, no se conformará con menos que pretender alcanzar los sonidos de bajo del sello Motown: todavía tendría que esperar un poco para conseguirlo. 

El sesenta y cinco fue un gran año para los Fab Four, que sin un descanso en condiciones rodaron una película, no dejaron de girar en directo y publicaron dos álbumes largos; eso sin contar los obligados singles que les exigía la compañía. Lo más destacable es que, cansados como estaban, compusiesen tan buen material. Tanto en 'Help' como en 'Rubber Soul' se nota de distinta forma que Lennon y McCartney estaban escuchando en esa época folk americano, e incluso country. En cualquier caso, se mantiene el sonido Beatle, cuya evolución implica una mayor diversidad de influencias. No fue el primer éxito del año (antes lo habían logrado con 'Ticket to ride') pero sí el mayor puñetazo en la mesa y una de nuestras clásicas preferidas, que vino de la mano de Lennon: con ustedes, 'Help'.


A continuación les invito a un pequeño viaje primero con 'Drive my car', de McCartney, y otro de los temas grabados para el Rubber Soul, aunque finalmente fuera destinada a ser publicada en single: 'Day Tripper' y su clásico riff con guitarra doblada. Entiendo que estaban obligados a publicar singles (a éste le acompañó 'We can work it out' en un doble cara A), y que ésta era una buena opción, pero es una lástima que no pudieran incluirlo en el álbum, donde habría cuadrado perfectamente.

'Rubber Soul' se publicó a comienzos de diciembre, inaugurando la costumbre de publicar un álbum en temporada navideña, para aprovechar el consumismo de estas fechas. En cualquier caso, le sienta bien la estación, pues es un disco en cierto sentido hogareño, perfecto para escuchar junto a una chimenea en invierno; claro que, para ello, es preciso disponer antes de una chimenea (nota mental: en adelante, evitar chistes sin gracia alguna). En el futuro será superado, pero quizá sea esa sensación de calidez la que hace que a tantos nos guste especialmente dentro de la discografía de los Beatles; eso y la calidad de su repertorio, sobra decir. Así que para acabar, os dejo una de sus mejores canciones. No era la primera vez que el pop inglés miraba a la música india, pues antes lo hicieron los Kinks con 'See my friends'. Se trata aquí de otra composición de Lennon, ayudado del sitar de Harrison: 'Norwegian Wood (This Bird Has Flown)'. Que la disfruten.