domingo, 21 de mayo de 2023

Deportivos y luces de neón


 Si en la anterior entrada recordamos la música de algunos dibujos animados de los ochenta y noventa, en esta ocasión les propongo un viaje más bizarro, pero no en nuestro sentido castellano, sino según el significado anglosajón de bizarre. Vamos a viajar al lado más hortera de los ochenta, cuando la industria del entretenimiento mainstream mostraba su cara más frívola, en plena era de Reagan. No pretendo dejar aquí ninguna selección, pues ese intento sería infructuoso o bien conllevaría una lista demasiado extensa. Nos bastará tan solo una mínima muestra de música creada para el cine y la televisión que podemos relacionar por su cultura pop y común imaginario, ya sea del pasado o desde la revisión del presente. 

¿A qué me refiero? A esa conjunción de post-disco, techno-pop, rock y música electrónica que asociamos a la primera mitad de aquella década, con sus correspondientes guitarras eléctricas, sintetizadores y baterías electrónicas, por no hablar de aquel tono épico que respiraba el pop y que algunos echamos de menos de tanto en tanto. Vamos, que esta entrada va a ser un poco caótica más allá de lo que une a las distintas canciones. Visualicen las viejas discotecas, las películas de acción, los deportivos, las explosiones y los calentadores de gimnasio. El mercado de la nostalgia lleva años devolviéndonos una y otra vez a aquellos tiempos, que no en vano tienen su propio encanto. No se esperen aquí grandes artistas ni las mejores bandas de la época. 



El primer tema que les dejo se preparó para la banda sonora de 'The Terminator' (1984) de James Cameron. La voz es la de Tané McClure, una vedette de la farándula angelina muy relacionada con la industria de Hollywood, algo así como una Madonna de segunda división. En cuanto a la película, siempre he discrepado de esa opinión generalizada que considera a la segunda parte, 'Terminator 2' (1991), superior a la primera. 'The Terminator' es una serie B con encanto, una propuesta más sencilla y redonda que mezcló los géneros de ciencia-ficción y terror con solvencia. La segunda parte solo fue una película de acción más, eso sí, de gran presupuesto y espectacularidad.



A diferencia de la anterior, no soporto esta película, es cursi y mala a rabiar. Pero su canción principal es otra cosa. 'What a feeling...', producida por Giorgio Moroder y cantada por Irene Cara, sigue sonando electrizante. Y no me negarán que Jennifer Beals estaba especialmente sexy en esta escena final, la de la audición. Así que sobran las palabras, les dejo con ella.



Y de nuevo tenemos al músico italiano Giorgio Moroder, que sin duda sabía cocinar buenas canciones. Una de mis películas preferidas de los ochenta, 'Scarface', el remake de Brian de Palma protagonizado por Al Pacino y Michelle Pfeiffer, incluía en la mitad del metraje una suerte de videoclip con este adictivo tema, 'Push it to the limit', que todavía hoy representa la desmesura de aquella historia de ascenso y caída del capo cubano Tony Montana. El mundo era suyo, hasta que dejó de serlo.



Por dar contraste y variedad, pasamos ahora a un rock guitarrero más básico, y sin batería electrónica. Teniendo en cuenta la calidad de su primera entrega, la saga de Rocky no tiene perdón de Dios. Si 'Rocky II' ya fue una película innecesaria, 'Rocky III' (1982) es mala como un dolor, pero al menos completó su conocida banda sonora con este épico tema de Survivor que, desde entonces, será asociado para siempre a la franquicia del boxeador que sabía aguantar los golpes. El ficticio Balboa no era precisamente Joe Louis, Marciano o Alí, pero hay que reconocer que, a pesar de la mediocridad de la mayoría de secuelas, Stallone creó con Rocky al mejor personaje de su carrera.



Y ahora es cuando cerraréis el blog y me demandaréis por maltrato psicológico, pero volvamos a la actualidad para apreciar la parte más friki de la explotación contemporánea de aquellos años ochenta. Esta canción, que canta quien fuera Michael Knight, o sea, el mismo  David Hasselhoff, se realizó en 2015 para la banda sonora del mediometraje sueco 'Kung Fury' (2015) ¡Cómo! ¿No conocen 'Kung Fury'? Les aseguro que no han visto tamaña bizarrada en su vida, ya saben, en el sentido anglosajón del término. Aquí les dejo el enlace. Todo un tributo que parodia lo más pueril de la cultura pop ochentera. Y si les parece excesivo, al menos ya les he avisado.



Y para terminar con un mínimo de dignidad, les dejo a Kavinsky, productor musical francés. En 2013 lanzó un álbum que me gusta bastante como música ambiental y de baile, 'OutRun'. En este álbum, Kavinsky nos ofreció una serie de temas electrónicos cuyo fundamento es el homenaje nostálgico a varias series y películas de los ochenta que marcaron su infancia. Su música tiene un aire melancólico en algunos cortes, mientras que en otros es vivaz y trepidante, ofreciendo todo tipo de guiños sonoros para quien sepa encontrarlos, desde 'El coche fantástico' hasta 'Dragon Ball'. La obra es consistente, aunque por supuesto, para gustos están hechos los colores. Con esto les dejo. Mi Ferrari Testarrosa no va a conducirse solo...



miércoles, 17 de mayo de 2023

De aquellos dibujos de la tele

La idea de realizar esta entrada me surgió leyendo el último post de Sinfonía azul, el blog musical del Doctor Krapp. Él nos habla de Hoyt Curtin y sus composiciones musicales para unos cuantos dibujos animados de la Warner, por todos conocidos, así como algunas versiones modernas de dichas creaciones. Hay programas que trascendieron su  época y mantuvieron la vigencia durante décadas, pero yo quiero traerles algunas grabaciones musicales para programas televisivos de un arco temporal muy concreto, que es el de mi infancia. Soy consciente de que, a diferencia de otras producciones más clásicas, lo que voy a dejar aquí pertenece muy en particular a la nostalgia de quienes fuimos niños entre la segunda mitad de los ochenta y la primera mitad de los noventa en España, y puede que a otras generaciones les resulte indiferente y les cause una comprensible vergüenza ajena. Sea como sea, allá vamos.




Empezamos fuerte con la que, a mi juicio, ha sido una de las mejores series infantiles jamás lanzadas por Televisión Española, en este caso en colaboración con una productora japonesa. La adaptación del clásico de Julio Verne optó por rebautizar a Phileas Fogg, su protagonista, como Willy Fog, para acercarlo al público de nuestros lares. Viaje, aventura, amistad y prisas, muchas prisas, con la puntualidad británica por bandera, todo unido a una simpática banda sonora encargada nada menos que a Mocedades. La serie no dejó de emitirse durante los ochenta y los noventa.




Seguimos con la producción nacional. ¿Quién no conoce la canción principal de 'David el gnomo'? Aquello tuvo su continuación con 'La llamada de los gnomos'. Alguien podría plantear si hoy podría valorarse de igual modo con el cinismo de nuestros tiempos o lo resabiados que algunos consideran a los niños actuales, saturados de estímulos, pantallas e internet. Pese a todo, yo creo que funcionaría igual, pues los niños siguen siendo niños.  Ya fuesen los gnomos médicos o jueces, era fácil sentir simpatía por aquellos seres amables que se solidarizaban con la fauna del bosque. 




No será hoy tan conocida como el resto de producciones que aparecen en esta entrada, así como otras tantas que no aparecen, pero siempre será recordada por quienes pudimos disfrutarla en la edad adecuada. Parece que Juan Ramón Pina, su creador, tenía tras de sí una carrera trabajando para Hanna-Barbera, siendo esta su primera tentativa de ficción animada netamente española. Aun con su humilde producción, quiero honrar a 'La Corona Mágica' por el esfuerzo de su autor por superar ese complejo tan nuestro y así crear, desde cero, esta serie de fantasía y ciencia-ficción inspirada en otras aventuras de los ochenta. El audio que dejo es la música que abría cada capítulo, un tema instrumental compuesto por Eduardo Armenteros, pues Juan Ramón Pina no quería la típica canción, como confesó en una entrevista:

'A mi, particularmente, no me gustaba la idea de una letra en el tema de apertura, así que como el director era yo, no se hizo. La parte comercializadora de la serie la llevaron a cabo mis socios capitalistas quienes, aprovechándose de mi saturación de trabajo, hicieron lo que les dio la gana para llevarse los beneficios. Gentuza. Hasta los muñequitos que se hicieron de algunos personajes los tuve que comprar yo por mi cuenta, por tener un juego de ellos'.




No sé qué pasó en 1989, pero se lanzaron unas cuantas series que a los de mi quinta nos tocan la fibra nostálgica. Yo tenía cinco años cuando se estrenaron casi a la vez 'La corona mágica' y 'Los Trotamúsicos', entre otras series que, gracias a aquella maravilla tecnológica que era el reproductor VHS, podían grabarse para disfrutarse una y otra vez. Hoy tenemos internet y nos hemos acostumbrado al acceso fácil a contenidos y plataformas digitales, pero eso de capturar series y películas en vídeo, o música de la radio en un casete, era más emocionante, o quizá se trate de que tenía más valor. 

¿Qué decir de Los Trotamúsicos? Otra de aquellas series entrañables de Televisión Española, con varias canciones que tuvieron tanto gancho como para conseguir venderse aparte en cinta de casete; no en vano los protagonistas eran los famosos músicos de Bremen, ¿no?




Esta era americana, pero estaba entre mis preferidas; tanto es así que no he querido revisionar jamás ninguno de sus capítulos, por miedo a desbaratar el buen recuerdo. Y es que hay cosas que es mejor dejar estar. 'Dragones y mazmorras' dominó los ochenta y es a la vez un producto muy representativo de la fantasía de los ochenta, tanto como la canción de apertura, un tema épico cargado de efectos que en España dieron voz Los Dulces, grupo infantil en la línea de lo que unos años después harían con Bom Bom Chip. 

No me hablen de Parchís y su 'Comando G', porque eso es de una época anterior, que yo no llegué a vivir. Para una serie de fantasía épica infantil, a mí denme efectos electrónicos, guitarreos de rock y buenos golpes de batería: los nacidos en los ochenta no tenemos finura ni gusto alguno.




Hubo un tiempo en el que se lanzaban 'kame-hames' en los patios de colegio, donde también podían escucharse extrañas discusiones infantiles acerca de si este o aquel personaje solo aparecían en determinada película y no podía encontrarse ni en el manga ni en el anime que emitían por la tarde. Japón nos había invadido anteriormente con series de la calidad de Heidi y Marco, así como con programas tan inefables como Bioman o Mazinger Z, pero fue Dragon Ball lo que de verdad supuso un hito entre el país del sol naciente y Occidente, siendo la puerta de entrada a lo que exportaron después. En 1992 se comenzó a publicar por primera vez el manga en España, que este servidor compró religiosamente desde el primer número: cada semana un cómic de grapa de 32 páginas, a 175 pesetas; luego llegó la serie roja y luego, progresivamente, el producto comenzó a desbarrar en una lenta mediocridad, repitiéndose una y otra vez el arco argumental.


Durante las primeras aventuras de Goku y compañía, disfrutamos de esa mezcla de aventuras y humor tan particular, ajeno a los gustos occidentales, pero que supo cuajar tan bien en la chavalería de aquel entonces. Como decía, yo era más fiel al manga, pero si hablamos del anime, créanme, este era uno de esos casos en los que ningún crío quería perderse las intensas canciones del comienzo. Pura voluntad de poder, o algo que se le parecía mucho.

lunes, 1 de mayo de 2023

USA '66

Llega el turno al año 1966 en Estados Unidos y cada vez es más difícil elaborar listas entre géneros tan diversos. Y yo, os recuerdo, no soy un melómano ni un entendido. Dicen algunos que 'River Deep - Mountain High', de Ike y Tina, es un álbum muy a tener en cuenta este año, pero a pesar de las virtudes de temas como el que da título, a mí se me atraganta un poco: me gusta cada uno de los ingredientes por separado, pero el resultado final no me fascina. Por otro lado, Zappa y las Madres de la Invención se estrenan con el complejo 'Freak Out!' y The Monks lanzan el experimental 'Black Monk Time'. ¿Qué está pasando aquí? Rebosa la oferta y se nota la buena salud de la industria musical al atraer talentos de todo tipo; nace la psicodelia y sus infinitas posibilidades. Yo me limitaré a reunir unas pocas canciones que me gustan, diría que todas muy conocidas, esta vez organizadas por parejas. Que las disfruten. Díganme si quieren, en los comentarios, cuáles les gustan más, cuáles les disgustan o añadan recomendaciones.

Esta cabra está como una cabra.

La primera que dejo es la primera porque va con trampa, ya que son dos por el precio de una, o mejor, un mismo grupo por el precio de dos, y es que de hacerlo de otro modo no me salían las cuentas. Pero mientras me lío yo solo para intentar deshilvanar esta madeja, les diré que este es el año del maravilloso 'Pet Sounds', un trabajo pantagruélico en el que los Beach Boys reunieron a los mejores músicos de sesión que encontraron y dieron rienda suelta a todas las posibilidades en el estudio para materializar las composiciones de Brian Wilson. Un trabajo único hecho para disfrutar de principio a fin, por lo que les dejo su pista inicial y, de regalo, el hit 'Good vibrations' que publicaron como sencillo.



No me los creo, pero...

Una banda de pega diseñada en un despacho de ejecutivos y la hija de un famoso cantante, prefabricada por expertos en marketing, representan todo lo que he rechazado siempre. Soy de la generación que sobrevivió a las Spice Girls y a los Back Street Boys; de ese nicho que en la adolescencia se refugió en el rock para esquivar el pop en sus horas más bajas. Pero cuando una canción es buena, todo lo demás sobra, y aquí van dos (ahora sí) por el precio de una. 


Todavía me dura el tripi...

Como dejó escrito el apóstol San Juan cuando predijo los tiempos apocalípticos que vendrán, en los que siete ángeles tocarán las siete trompetas, se abrirán los siete sellos, la Bestia aparecería en el mar y bla, bla, bla, llegará un día en el que el ser humano creará la psicodelia. Este año de sospechoso número acabado en sesenta y seis  fue el propicio para el primer desarrollo del rock psicodélico, y para muestra estos dos temas: el uno, el hit más conocido de los Blues Magoos; el otro, una canción del álbum debut de 13th Floor Elevators, el lado más oscuro de la psicodelia. Tengan cuidado al escucharlo porque uno es consciente de cuándo sube el tripi, pero no de cómo le va a ir el viaje.


Trencas y bufandas de cantautor.

Las portadas de estos dos álbumes parecen rivalizar en su pretensión de servir a la campaña de otoño de El Corte Inglés: nada como una trenca y una bufanda para dar el mensaje de que vas en serio como cantautor. Con 'Blonde on Blonde', Dylan terminó de perfilar su evolución musical hacia el pop, sin por ello perder la identidad por el camino ni dejar de trabajar los géneros en los que se había internado previamente. A diferencia de una opinión muy extendida, yo no creo que éste sea superior a sus dos anteriores discos grandes, pero en cualquier caso es un gran álbum, contando ya con los músicos que formarían The Band y le acompañarían recurrentemente en el futuro.

 En cuanto a esos dos que miran sorprendidos al fotógrafo, fingiendo ser cazados sin consentimiento, la canción no era nueva, pero aquel año el dúo renació con fuerza y regrabaron la superlativa 'The sounds of silence' para el elepé homónimo. Comenzaban los años de gracia para Simon y Garfunkel; el uno se ganó el respeto del compositor y el otro la gloria del cantante, pero como suele pasar con las parejas artísticas y ya nos contó Alex de la Iglesia en 'Muertos de risa', las envidias pueden acabar hasta con los dúos más consolidados.



Hermano, este rollo está dabuti.


La verdad, no sé por qué les decía yo que los Monkees o Nancy Sinatra me pueden causar hasta cierto punto ese rechazo, y no así un artista de la Motown, donde todo era prefabricado. Quizá porque estos, a diferencia de aquellos, eran artistas de verdad curtidos en las tablas, o bueno, ya me entienden... Y ya les decía que esto solo son tonterías mías porque lo que importa es la música, y en estos géneros de soul y R&B este año hay mucho donde elegir. Les dejo dos temazos que me ponen los pelos de punta: el primero de Stax, el famosísimo de Sam y Dave, y el segundo mi preferido de las Supremes.



Al loro con California.


El tercer álbum de los Byrds tiene varios temas de altura, pero no puedo pasar sin dejar aquí el mayúsculo 'Eight miles eight', melódico e innovador, así como uno de los trabajos pioneros en eso que llamamos psicodelia. ¿Me preguntan qué es la psicodelia? Más de una vez me lo he preguntado yo mismo. Podría probar a definir sus características en el pop y en el rock, o responder al espinoso asunto de si tiene sentido hablar de ella en la música actual, pero en esta ocasión prefiero escurrir el bulto.


Sin salir de Los Angeles, el moderneo más gamberro estuvo representado como pocos por Love, banda multirracial de influencias variadas. Se volcaron en el rock garajero pero, motivado por los Byrds, el conflictivo Arthur Lee quiso aderezar su música con letras intrincadas. Jóvenes y arrogantes, a partir del primer álbum demostrarían que su pose iba escudada de gran talento, puliendo y refinando su nuevo material. Pero antes arrasaron con este single, una creación contundente que anticipaba sonidos que triunfarían en la década siguiente y, para este servidor, una de las mejores canciones de rock de aquellos años, lo cual es decir mucho.




¿Y estos dos qué tienen que ver?


Poco o nada, pero es el precio a pagar por el formato de parejas de pistas de audio, que el material queda desencajado; rellenen si quieren la hoja de reclamaciones. En cualquier caso, son dos canciones que me encantan: la primera, la más conocida de los neoyorkinos Lovin' Spoonful, mientras que la segunda, 'Nowadays Clancy can't even sing', forma parte del estupendo álbum debut de Buffalo Springfield y lleva en particular la firma de Neil Young. Buffalo Springfield surgieron como una banda con la rareza de sonar muy americana y a la vez muy influida por la música británica. The Byrds también cabrían en esa descripción, claro, aunque ambos grupos fuesen tan distintos. 

That's all, folks. ¿Y cómo cerrar esta entrada? Pues, como siempre, con un vídeo.