jueves, 30 de noviembre de 2023

Semana otoñal (4)



Hoy es un jueves extraño; la gente es extraña. La huelga ha dificultado el transporte, pero me he relajado al volante; la lluvia no ha dado tregua, pero en ella se respira mejor; esa mujer me ha sonreído al pasar, pero nunca más volveré a verla. 

Cada uno de los seis álbumes de los Doors vale su peso en oro, pero todos tenemos un ojito derecho, y el mío es el segundo, publicado el mismo año que el primero, ese monumento que casi parece un grandes éxitos. Y es que, objetivamente, el segundo disco grande de los Doors no es superior al primero; ambos sacan provecho de la primera remesa de composiciones del grupo, y ambos terminan con un tema largo apropiado para la sinergia del directo, pero, por distintas razones, todo en Strange days tiene un aire bohemio muy particular: inspirado, extraño y bizarro en el sentido anglosajón del término. Para recrear esta semana otoñal, les dejo con el segundo corte, 'You're lost little girl'.

The Doors (1967) You're lost little girl. Strange days. Elektra Records.

miércoles, 29 de noviembre de 2023

Semana otoñal (3)

 


Miércoles de temperatura cambiante y precipitaciones irregulares. No nos desviaremos demasiado, porque la canción de hoy y la de ayer, por distintas que sean, se parecen al menos en dos cosas: ambas son envolventes y ambas rondan los once minutos. 

Como sabe todo fan de Tool, no han faltado las ocasiones en las que Robert Fripp ha dado muestras de apoyo y amistad a este grupo. Cuando el guitarrista Adam Jones confesó lo mucho que le debe a King Crimson, Fripp no tuvo reparos en afirmar aquello de ''hay más de Tool en King Crimson que de King Crimson en Tool''. Sea esto o no una exageración, un mensaje equívoco o un simple espaldarazo en la espalda, lo cierto es que Tool, aun con su ingrediente metalero, fueron la banda de rock progresivo de mayor alcance en los noventa. 

Les dejo una de mis preferidas de su tercer álbum. En 'Reflection' nos las vemos con la temática del ego y del narcisismo, pero la letra importa menos que la música, así que espero que disfruten con la inmersión. 

Tool (2001) Reflection. Lateralus. Volcano Entertainment.

martes, 28 de noviembre de 2023

Semana otoñal (2)



Para este martes lluvioso les propongo una canción de un estilo diferente a los que se dejan ver en este blog. Aunque la Wikipedia defina a Pelican como post-metal, podemos obviar esa etiqueta tan esnob y situarles en algún hueco entre el metal y el rock progresivo, siendo un grupo meramente instrumental. Desde que publicaron este álbum en 2005 no he seguido sus pasos, pero sí me gustó entonces ''Autumn into summer'', que aquí les dejo, porque su progresiva cadencia - aunque algo cuadriculada - consigue una atmósfera envolvente que va desde la calma hasta la tempestad. 


Pelican (2005) Autumn into summer. The fire in our throats will neckon the thawHydra Head Records.

lunes, 27 de noviembre de 2023

Semana otoñal (1)


'Rainclouds came and stole my thunder
(Nubes lluviosas llegaron y me robaron el trueno)

left me barren like a desert
(dejándome estéril como un desierto)

but a sunshine girl like you
(pero una niña soleada como tú...)

It's worth going through?
(¿merece la pena pasar por esto?)

I will never be embarrassed about love again...'
(nunca más me avergonzaré de amar)

The Jam (1980) Monday. Sound affects. Polydor.

domingo, 19 de noviembre de 2023

Guitarras en el desierto



Aquello se había desarrollado en los malhadados años noventa, sobre los que pesa una retrospectiva mirada crítica, tanto en música como en cine, que quizá tienda a ser más indulgente con la década anterior. Ya saben, el grunge y el brit pop imponían su imperio, y Kurt Cobain fue la última gran estrella del rock. Lo que se escapaba del mainstream eran escenas paralelas, algunas con muchos seguidores, pero que no podían soñar con la trascendencia del rock en el pasado. Como las etiquetas nos sirven para ahorrar palabras, basta decir que en California se fraguó una escena que sorteó tanto al grunge como al metal, y que solo tras algunos años de actividad, y un nicho de mercado ya creado, fue ampliamente conocida como stoner. La banda situada en el epicentro del huracán fue Kyuss, nacida en Palm Desert alrededor de Josh Homme, John García y Brant Bjork, los tres viejos colegas de instituto, a los que luego se uniría  el polémico Nick Oliveri. 

¿De qué iba aquello? Por resumir, podríamos hablar de una nueva mezcla de heavy y blues-rock. El sonido base de Kyuss era muy pesado y aún más grave, preferencia que acentuaba Homme al enchufar su guitarra únicamente a amplificadores de bajo. Pero estos hijos tardíos de Black Sabbath no conectaban con ninguna de las corrientes principales de heavy metal de su tiempo, y sí con el viejo hard rock setentero. La clave de Kyuss, y lo que define sus mejores trabajos, fue la creación de atmósferas cargadas, jugando con toda clase de ritmos. El resto de bandas que surgieron alrededor del rock del desierto (otro nombre para el stoner) se definieron en la medida en que se parecían a esa común unidad de medida que fue Kyuss. El imaginario común era la patria chica de aquella pandilla de instituto: Palm Desert, California, con su aridez y sus inmensas planicies naturales; ese lugar que, en palabras de Homme, 'te hace sentir pequeño, porque no eres importante en el desierto'; con su cercanía a la frontera mexicana, su peyote y la reminiscencia de las orgías de rock ácido de los sesenta. 

Desde que Kyuss publicó su primer álbum hasta la separación pasaron solo cuatro años. La historia fue la de siempre; el éxito arrastró los problemas y consiguió resquebrajar a aquel grupo de amigos del instituto: primero se largó Bjork, enemistado con García, y luego fue Homme quien decidió volar por su cuenta. Para entonces, comenzaban a ser más famosos en Europa que en un Estados Unidos todavía dominado por la escena de Seattle, y todavía hoy tienen, en nuestros lares, una base de seguidores más fiel que en su propia tierra. Lo curioso es que, aún hoy, los miembros de la banda siguen renegando de la etiqueta stoner. Al igual que Deep Purple siempre renegaron de ser incluidos en el heavy metal, los de Kyuss, decían, eran rockeros y punto; y que los críticos inventen los nombres que quieran. 


Cuando Kyuss implosionó, Queens of the Stone Age surgió de entre las cenizas, liderada por quien había sido uno de los principales fundadores de Kyuss, el guitarrista, compositor y ahora también cantante Josh Homme. El éxito llegó entre finales del pasado siglo y sobre todo principios del nuestro, en aquella época un tanto decadente en la que, tristemente, en la escena rockera se hicieron populares aquellas bandas de Nu Metal (o chándal metal, como las llamábamos) y comenzaba a ser una demanda a gritos la mirada nostálgica a otras épocas; la época en la que el rock aún pertenecía a la familia del blues, entre otras cosas. Eso explicó el tremendo éxito de los Strokes y de los White Stripes, como fenómeno nostálgico, a partir del cual comenzó ese revival que se ha alargado hasta nuestros tiempos. 

Como no tenía pensado elaborar una entrada larga en esta ocasión, esta vez os ahorraré el resto de la historia y el comentario separado de álbumes. Basta decir que Queens tomó el relevo de Kyuss y se basó en su estilo para evolucionar hacia otros terrenos, superando su horizonte y alcanzando nuevas cotas de éxito. Su inicial heavy rock pretendió rescatar cierto espíritu de la psicodelia y enfatizar el carácter melódico. Josh Homme nunca quiso congelarse en las mismas fórmulas, y por ello ha sabido adaptarlas a nuevos retos, arrimándose a otros géneros del rock, así como al pop y e incluso al glam británico. 

Pude disfrutarles en directo hace ya muchos años, en una sala pequeña, y aquel sigue siendo uno de los mejores conciertos que recuerdo: la incondicional entrega de Josh Homme, la potencia a las baquetas de Joey Castillo... Mi próxima cita con los Queens es en junio, pero estamos en vilo. Recientemente, Homme ha comunicado que le han diagnosticado cáncer, a lo que hay que sumar un sinfín de problemas personales. Desde aquí le deseamos la mejor suerte y terminamos con unas divertidas palabras que dejó en su día para definir a su banda. Nadie le dijo a Homme que eso de diferenciar a niños y niñas estaría mal visto pocos años después. 

Termino ya; para no saturarles, les he dejado unas pocas canciones de distintas épocas, que espero disfruten, y si no, ya saben, usen los comentarios como hoja de reclamaciones y despáchense a gusto; siéntense como en su casa. Nos vemos en el desierto.

 '¿Por qué nos llamamos Queens of the Stone Age? Porque los Reyes sonaría demasiado macho. Los Reyes de la Edad de Piedra usan armaduras, tienen hachas y luchan. Las reinas de la Edad de Piedra salen con los reyes, cuando estos luchan. El rock debería ser lo suficientemente pesado para los niños y lo suficientemente dulce para las niñas; de esa manera, todos estarán felices y será más bien una fiesta. Kings of the Stone Age sería demasiado desequilibrado'.


lunes, 13 de noviembre de 2023

De cantautores y cantarines

 Seguimos a vueltas con el asunto de las letras en la música... ¡Qué pesado! - me dirán. ¿Acaso no quedó todo dicho en la anterior entrada? Pues sí, dijimos lo poco que del tema pueda decirse. Tengan en cuenta, sin embargo, que no sobran disquisiciones si nos sirven para justificar una entrada, y más si el objetivo es compartir algunas canciones. Dicho esto, hagamos una pequeña parada en el género de los cantautores. Para empezar, ¿lo que llamamos canción de cantautor es un género musical en sí mismo? ¿Qué opinan ustedes?

Por la pregunta, ya imaginarán lo que yo opino del tema, pero nos entendemos si les digo que esta entrada va dedicada a rememorar algunas de mis canciones preferidas de cantautores y cantantes varios en lengua española, aunque colaré también a alguna artista relacionada que no puede clasificarse bajo este término. En esta ocasión, las canciones son sumamente conocidas; tan conocidas, que puede que se les atragante alguna de haberla oído tantas veces; si así fuese, no se corten en decirlo, aunque no tengamos libro de reclamaciones. Ya verán que lo que sigue no pretende ser ninguna lista de imprescindibles, sino tan solo otra pequeña selección personal de dudoso hilo conductor. Por eso notarán aquí ausencias notables: añádanlas ustedes, si lo quieren, y dejen en los comentarios alguna canción de su gusto.



Aún tengo la vida...


Aunque hacía mucho que no lo escuchaba, conservo con cariño en mi colección este disco que me agencié cuando aún era estudiante de secundaria. Recuerdo que la profesora de Lengua y Literatura nos hizo escuchar un día en clase uno de los temas, y yo, que siempre tuve facilidad para el entusiasmo, no tardé en comprarme el cedé, y me pasé una temporada a vueltas con él. 

Bastantes años después, aquel disco de Serrat salió a colación en cierta conversación que tuve con un amigo, profesor de literatura española. ''Serrat destroza a Miguel Hernández'' - o algo así me dijo aquel -  ''el que de verdad sabe recitar al poeta es Paco Ibáñez''. Lo que en realidad quería decir mi amigo es que la poesía siempre pierde al musicalizarla. Paco Ibáñez, del que mi padre también es gran admirador, es más un intérprete de poesía que un músico en sí mismo; un poeta que utiliza la música como medio para transmitir el mensaje. Yo, en cambio, defiendo lo que intentó Serrat en 1972, porque la poesía pierde al musicalizarse, pero la música siempre pierde si se pone al servicio de la poesía. Así que, como dice el chiste, ¿a qué estamos, a setas o a rolex? A día de hoy, no valoro por igual todas las canciones del álbum, pero les dejo con la que considero la mejor.



Quiero que no me abandones...


Luis Eduardo Aute es otro de nuestros clásicos, y también tuve mi época en la que me dio por descubrirlo; lo hice únicamente a través de esta obra recopilatoria, ''Auterretratos''. Antes de aquello, mi único contacto con el cantautor había sido en relación a Sabina, por su colaboración en el famoso directo ''Joaquín Sabina y viceversa'' (1986). Como sabrán, Aute era mayor que Sabina y había comenzado su carrera muchos años antes, pero los que nacimos después a veces descubrimos las cosas en el orden inverso.

Escucho ahora mismo alguna de las canciones del recopilatorio y me asaltan varias sensaciones. Recordaba algunos temas más vivos, mientras que aún puedo apreciar otros como entonces. 'Las cuatro y diez' es enternecedora, 'Pasaba por aquí' sigue defendiéndose sola, y lo mismo podría decir de alguna más, pero he perdido contacto con otras. Aute es un cantautor en el sentido más tradicional del término, aunque representó cierto pathos hedonista al que otros cantautores de su generación, de onda mucho más política, no quisieron acercarse. Sea como fuere, merece la pena pararse a disfrutar de sus mejores letras, cantadas con esa voz suave y sazonadas con acordes de piano o un fondo de cuerdas. La canción que les dejo es una de sus piezas más conseguidas, superior a otras en musicalidad y, esta sí, da la casualidad de que pertenece al Aute más político: publicada originalmente en el álbum 'Albanta' (1978), vuelvan a sumergirse en la hondura de 'Al alba'.



Desolado paisaje de antenas y de cables...


Si Aute supo internarse en el camino de la bohemia, Joaquín Sabina convirtió ese camino en el sentido de toda su obra; pocas veces puede decirse con tanta propiedad que un autor musical haya conseguido crear un mundo propio. De gran alcance y popularidad, seguramente lo amen o lo odien, aunque quizá sean ecuánimes y valoren alguna parte de su trabajo. Yo, aquí donde me ven, fui muy seguidor en otro tiempo, sobre todo siendo adolescente, y ya saben que de eso siempre conservamos algo. Hasta que cada nueva noticia del divinizado cantante empezó a volverse redundante, como también llevaban muchos años volviéndose más redundantes sus discos: cada vez con menos frescura, cada vez con unas letras más rebuscadas, cada vez más apoyados en esa voz ronca y ese personaje convertido en caricatura. Yo siempre he preferido al primer o el segundo Sabina, el de los ochenta, con la salvedad de algunos discos posteriores de gran calidad. 

Tras un primer álbum que no pasó de ser el trabajo pretencioso de un aspirante a artista, Sabina lanzó su primer clásico con 'Malas compañías'. Hablamos de una época en la que aún no había llegado el éxito, y Sabina y Krahe llegaron a asociarse para realizar La Mandrágora, junto a Alberto Pérez: el andaluz universal afincado en Madrid era más ambicioso, mientras que Javier, apegado a los cantautores franceses, era más pedante. Juntos lanzaron canciones ingeniosas y cada cual tenía madera para llegar lejos. El que lo consiguió fue Joaquín. Y ya saben que todo empezó perdiendo el tranvía.


No me puedo resistir a dejarles también...


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Dame los ritmos de los tambores...


Aunque no se lo crean - a mí a veces me cuesta creerlo -, un servidor fue durante su infancia al conservatorio a estudiar solfeo. Lo he olvidado casi todo. Seguramente con un poco de práctica podría volver a leer una partitura en distintas claves respetando el compás. O no. Pero prefiero recordar otro tipo de cosas, como por ejemplo la vez que la profesora nos llevó a clase el primer disco de Pedro Guerra, 'Golosinas' y nos hizo estudiar su tema más famoso. Yo, como tantos, conocía la canción, pero entonces pensaba que era original de Ana Belén. 

Ya guste más o menos su estilo, es difícil no conceder valor a aquel álbum del canario. Pedro Guerra es un músico al que siempre he respetado tanto por su trabajo como por su saber estar, aunque no lo haya seguido con detenimiento. El disco suyo que más he escuchado quizá haya sido ''Raíz'' (1999), pero les dejo aquí el temazo que le dio a conocer en ''Golosinas'' (1996), aunque fuese primero a través de Ana Belén.



No me puedo resistir a dejarles también...


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Una mañana fría llegó...


Hemos mencionado a Ana Belén, que no es ninguna cantautora, y sin embargo aquí está, aquí está, viendo pasar el tiempo. ¿A quién le puede caer mal Ana Belén? Actriz, cantante, directora, vedette... Hoy alguien la podría denominar influencer, esa dichosa palabra, y no estaría desencaminado, pues formó parte activa de la intelligentsia de la Transición. Bromas aparte, a mi juicio ha sido una buena intérprete, una cantante que supo transmitir carisma e inmortalizar un buen puñado de canciones que han trascendido y todavía suenan vivas. Ya no se publican éxitos como los de Ana Belén en el mainstream español, claro que tampoco la música tiene la importancia que aún tenía entonces. Acompañada de su marido, el también cantante Víctor Manuel, les dejo una de sus más recordadas canciones.


No me puedo resistir a dejarles también...




...que nunca logra dormir.


Sí, sé lo que están pensando, ¿ a qué viene esto aquí? ¿Ha perdido la cabeza el dueño del blog? Pues porque Ana Belén popularizó o relanzó canciones de compositores de todo pelaje, y otra de mis preferidas es esta de Manolo Tena dedicada a la simpar rubia platino de curvas explosivas, que aquí les dejo en su versión original de Alarma!!! 

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Cachitos de hierro y cromo...


Y ya sin venir al caso ni pretender enlazarlo con los anteriores, cuelo aquí a otro cantautor a quien respeto, con la que me parece su mejor canción aunque, en estos casos, hablar de una mejor canción siempre sea discutible, y más cuando, más allá de este disco y alguna canción suelta, no he seguido su carrera. Viendo la variedad de estilos que pululan en esta entrada, sin pretenderlo, sobra decir que hablar de la música de cantautor como si fuera un género musical propio es absurdo por definición.

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...algo parecido a un corazón.


Volvemos a Víctor Manuel, y ya se imaginarán la pieza que he escogido. Aprovecharé para volver con la matraca que comentábamos en la anterior entrada, eso de la música y las letras. Ya les dije que, si hablamos de música, lo importante es la música; eso es indiscutible. Sin embargo, también es cierto que una letra puede alumbrar a una canción e influir en nuestra experiencia al escucharla. Este conocido tema que les dejo podría ser discutido por el patetismo de su letra; a mí siempre me ha emocionado. Porque hasta los que vamos de machotes y no gastamos una lágrima ni cuando descubrimos que se nos ha acabado la leche a primera hora de la mañana, y no podemos prepararnos un café en condiciones, no podemos evitar que se nos humedezcan algo los ojos al escuchar una de las canciones de amor más bonitas surgidas en nuestros lares. 

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Ya acabamos y, para terminar, les propongo retomar al artista con el que comenzamos. Lo curioso es que, salvo trabajos muy concretos por los que siento devoción, nunca he sido del estilo de Serrat. Pero así como creo que no es necesario que uno sea muy afín a un estilo para apreciar sus cimas, creo también que esto que llamamos la música de cantautor, para entendernos, suele ser más de grandes canciones antes que grandes discos. Y no podríamos acabar con una canción más grande que la que les propongo.




'Y escondido tras las cañas
duerme mi primer amor.
Llevo tu luz y tu olor
por dondequiera que vaya...'