Hoy quiero reivindicar la primera época de Iron Maiden, por lo general bastante olvidada en relación a lo que vino después. Y es que, para el fan tradicional de la Doncella, no cabe el debate: lo mejor llega con Bruce Dickinson y se va con Bruce Dickinson; así, los años dorados del grupo comienzan con 'The number of the Beast'' (1982) y terminan con la salida del segundo vocalista tras 'Fear of the dark' (1992), aunque podemos acotar aún más el rango y cerrar la etapa clásica con el abandono del guitarrista Adrian Smith a finales de los ochenta. Tanto Dickinson como Smith volverían a la banda a finales de los noventa, para regocijo de los fans. Así, a pesar de haber contado con tres vocalistas en su haber, la esencia de los Maiden ha quedado ligada a la voz de Dickinson, y los discos más celebrados, esos que ocupan gran parte del setlist de los conciertos, son los de los primeros álbumes con Bruce al micrófono. Ahora bien, ¿son aquellos los mejores discos? Como no tengo clara una respuesta objetiva que pueda condensar en pocas líneas, dejaré la pregunta sin contestar.
Ahora viene la parte subjetiva: nunca me ha gustado el timbre ni el modo de cantar de Bruce Dickinson; reconozco el poderío vocal, pero me repelen sus agudos y falta de versatilidad. Sé que en esto soy un rara avis, pero si pienso en los tres cantantes que han pasado por la Doncella, antes prefiero a Blaze Bayley que a Dickinson, y por encima de todos me quedo con Paul Di'Anno, el primer frontman. Ya ven que, hasta ahora, solo hemos hablado de cantantes, porque estos han marcado las distintas etapas históricas de los Maiden, y sus composiciones se han adaptado a los recursos vocales de cada uno de ellos. Viajemos ahora en el tiempo a vuelo de pájaro.
Hablar de la música de finales de los setenta en Inglaterra daría para completar varios blogs como este, así que me perdonarán si lo simplifico en exceso. Aquello fue el acabose; la música sufrió un revulsivo que la revitalizó, marcando un antes y un después: punk, pub rock, new wave... Los jóvenes con la suficiente inquietud como para agarrar un instrumento tuvieron de pronto todas las posibilidades ante sí - al menos a nivel creativo -, pero también se vieron agitados por los cambios. Por ello, no debe extrañarnos que unos chavales crecidos en pleno East End londinense estuvieran bastante perdidos en los setenta, en cuanto a identidad se refiere.
Dave Murray tuvo una infancia difícil y una adolescencia marcada por la cultura skinhead, que en su faceta musical era hija bastarda de la cultura mod, hasta que un día escuchó en la radio a Jimi Hendrix y entonces se cayó del caballo y se dejó crecer el pelo, dispuesto a aprender a tocar la guitarra, aunque ello le supusiera el repudio de su tribu. Las influencias musicales de Steve Harris fueron más variadas, destacando el rock progresivo y el heavy rock, con grupos que iban desde Genesis hasta Black Sabbath y Jethro Tull; desde el principio, fue Harris el principal motor para la formación de los Maiden, el cerebro detrás de la bestia. Desde 1975, la banda se va curtiendo desde abajo, actuando en toda clase de pubs del East End, primero, y del resto de la ciudad después. A Paul Di'Anno no le atraía el heavy metal; lo suyo era el rock'n roll y el punk; era cantante en una banda de punk-rock cuando pudo ver, desde el público, a un grupo nuevo que se hacía llamar Iron Maiden: al principio, no le gustaron demasiado; luego acudió a una audición para probar suerte.
Desde el principio, el arte gráfico de la Doncella es afín a la época del punk. Y ya que hablamos del arte gráfico, en el que rodea al primer disco pueden verse dibujos satíricos en los que Eddy, la mascota del grupo, o bien asesina o bien se burla de una Margaret Thatcher que sostiene un arma y controla la opinión pública; estos se han rescatado de portadas censuradas de sus primeros singles. La animadversión contra ''the Iron Lady'' por parte de la banda de Steve Harris llevó a una eterna confusión sobre el origen del nombre del grupo, que aquí descartamos. Iron Maiden fue bautizado en 1977, dos años antes de la llegada de Thatcher al gobierno británico, y el nombre hace referencia al infame aparato de tortura medieval, la dama de hierro, y no a la ''otra'' dama de hierro.
Hay grupos que tardan en desarrollarse (Genesis es un buen ejemplo), pero el disco debut de la Doncella (Iron Maiden, 1980) ya muestra todos los ingredientes en bruto de lo que daría de sí la banda londinense, que para entonces tenía sus objetivos bien fijados. El heavy metal británico de los setenta había evolucionado en paralelo al rock progresivo, hasta que la llegada del movimiento punk movió las fichas del tablero y apareció una banda de heavy rock anfibio como fue Motörhead, influyendo a su vez en otros grupos consolidados que no mencionaremos aquí. Tras una elección mesurada, el proyecto de Harris se encauzaba en lo que se llamaría ''Nueva ola del heavy metal británico'', corriente de la que los Maiden terminarían siendo el grupo estrella. Esta nueva ola no puede entenderse sin la influencia cultural del punk, pero hoy tampoco podría explicarse sin los fundamentos que asentó Iron Maiden en 1980; tomaron la contundencia directa como base, con el bajo de Steve marcando fuerte y Clive Burr a las baquetas, y remarcaron la faceta melódica, aportando sus características guitarras dobladas (Dave Murray y Dennis Stratton, primero; luego Murray y Smith).
No voy a reseñar el disco completo. Basta decir que abre con ''Prowler'', carta de presentación de las mejores virtudes de los primeros Maiden; una canción dura, de composición sencilla pero con las guitarras y la producción apropiada, sumados a un marcado tono callejero. Ese tono callejero será lo que los haga destacar entre los aficionados británicos al género, sobre todo cuando actúen en Top of the Pops con su primer single, ''Running free'', que introduce el marcado bajo de Steve, para un himno casi más rockero que heavy. Por lo demás, mencionar que el debut contiene también la aclamada ''Phantom of the opera''.
Ahora es cuando tocaría el debate: ¿qué disco de los primeros Maiden es mejor, el primero o el segundo? El debut aportó esa crudeza que los distinguió de otras bandas de heavy metal; el segundo disco grande (Killers, 1981) fue una evolución de las bases del primero hacia una mayor complejidad, sin renunciar ya a las viejas deudas de Steve Harris con el progresivo. ¿Estoy diciendo que Killers es un álbum de rock progresivo? Nada más lejos. Seguimos en el terreno del heavy metal callejero, con subrayado épico melódico que definía el estilo de la Doncella, pero el bajista y líder no quería echar raíces, y por ello se atrevió a pergeñar un álbum mucho más rico en recursos estilísticos que el anterior: tenemos varias pistas instrumentales, canciones más directas y otras de tiempo medio, más templadas. Les dejo dos pistas a modo de cata como pequeña muestra de esa diversidad. Para rematar la jugada, la banda había perdido al guitarrista Dennis Stratton y recibía con los brazos abiertos a Adrian Smith, viejo amigo de Murray, con quien se compenetró de un modo más eficiente en la técnica de las guitarras gemelas, tocando solos codo con codo.
La idea de Harris es que Killers fuera un disco más o menos conceptual en torno a la figura de distintos asesinos a lo largo de la historia. Empezaba así la relación entre las letras de los Maiden y las gestas históricas, obsesión en la que incidirían otras bandas de heavy del continente, destacando en ello el subgénero del power metal, que este servidor no tiene en mucha estima.
Sin embargo, no todos los seguidores aceptaron 'Killers' por igual, y hoy está especialmente olvidado. El propio Paul Di'Anno, vocalista del grupo, manifestó no sentirse reconocido en la deriva musical que estaban adoptando. Es necesario aclarar ahora que, a diferencia del resto de la banda, convertida ya en una máquina profesional perfecta, Di'Anno vivía en el peor ejemplo de las estrellas del rock: disipado, adicto al alcohol y las drogas y entregado a la juerga callejera, que le hacía llegar tarde a las actuaciones en vivo hasta el punto de que los Maiden debían improvisar jams instrumentales hasta que el cantante apareciese, en mejores o peores condiciones. Esta circunstancia obligo a Steve Harris, el indiscutible líder, a expulsar a Di'Anno de Iron Maiden. Es entonces cuando entró Bruce Dickinson y llegó el éxito de verdad.
¿Y qué pasó con Di'Anno? Anduvo vagando en distintos proyectos musicales, sin terminar de pisar firme y contentándose con ver a su antigua banda brillar en el firmamento del éxito y el dinero, mientras sentía que había perdido el tren de su vida. Tras un sinfín de problemas personales y de salud, hoy no siente ningún resentimiento, al menos de puertas para afuera, aceptando que no supo estar a la altura de las circunstancias.
''No los culpo por haberse librado de mí. La banda era el bebé de Steve, pero desearía haber podido contribuir más. Pasado un tiempo, aquello me deprimió (...) Llamé Hitler a Steve una vez por el modo en que dirige la banda. Es como un jodido ejército. Está muy centrado. Y no pude pensar en otra persona para compararlo''. (Paul Di'Anno)
''No creo que hubiera que reparar ningún puente. Paul había dicho algunas cosas sobre su tiempo en Maiden, pero así es Paul. Es como es y como siempre será. Y no tengo ningún problema con eso. Una vez me llamó Hitler, lo que ofendió a algunas personas, pero a mí me pareció gracioso''. (Steve Harris)
Dejemos a Di'Anno y a Harris que resuelvan sus diferencias y vayamos a lo que importa. Ya decía al comienzo que prefiero los dos primeros discos antes que ''The number of the beast'' (1982), el tercer disco grande, por muy encumbrado que esté entre los fans de los Maiden, y que se trata solo de una cuestión de gusto personal. Se mantienen los mismos fundamentos musicales, pero se pierde el sabor callejero en favor de otro campo de juego; las composiciones se adaptan a la voz de opereta de Dickinson, además de que se incluyen un par de clásicos del grupo cuya afición nunca he terminado de comprender, en particular 'Run to the hills'. Eso no quiere decir que no disfrute con lo que hicieron a partir de entonces, que también incluyó buenas canciones, pero algo se perdió por el camino.
Y hasta aquí hemos llegado. Quién sabe si algún día me da por traerles aquí algo de lo que hicieron después, a pesar de todo. Lo dejo con lo que nos importa aquí, que fueron los inicios de la Doncella, con esta actuación de los primeros Iron Maiden para Top of the Pops en 1980. Estaban plantadas las bases para el desarrollo del heavy metal melódico, la firma británica que arrasaría en los ochenta e inspiraría a los dos lados del Atlántico, por mucho que el mercado americano los considere, por momentos, ''demasiado europeos'', para resquemor de Steve Harris. Pero esto, como suele decirse, es otra historia.
Me gustan "Power" y desde luego ''Running free'' que como tu dices es casi un himno hoy, "Prodigal son" es una delicia suena taaan bien que parece un tema actual, mucho más melódico y suave que la inmensa mayoría de los temas de esta gente, tiene un solo precioso de guitarra, pero... de este primer disco ( conozco solo tres, de este grupo : ) sin duda me quedo con el fantasma de la ópera, es riff inicial ya anticipa el temazo que viene después, épico como todos los de Maiden, pero además lleno de solos de guitarra, cambios y hasta siguiendo el tema original del musical que es un dueto, esos coros súper bien armonizados, que teniendo en cuenta que es de lo primero que fabricó esta banda, es para quitarse el sombrero.. como a ti, tb me gusta mucho más la voz de Paul Di’Anno ( una pena su trayectoria vital, creo que la banda le pagó una operación de rodilla porque además de pasar por la cárcel terminó en una silla de ruedas ) pero aunque su voz fuera mucho más áspera y menos técnica que la de Dickinson era mucho más natural y menos historia que la de él, a mi tampoco me gustan nada esos agudos en modo gorgorito, que tanto gustan a los metaleros : ) Mil gracias por este ratito y que pases un buen viernes de acueducto : )
ResponderEliminarHola, María. Me has pillado conectado, así que te contesto en tiempo récord. ''Killers'' es un disco tan fresco y variado que me parece injusto lo marginado que ha quedado en la discografía de los Maiden. Y ''Prodigal son'', que comentas, es un ejemplo de la versatilidad de Di'Anno, que pudo haber dado mucho más de sí en esta banda, y eso habría cambiado su historia. '
Eliminar'Phantom of the opera'' es una gozada y ha quedado como uno de sus clásicos, sí. Creo que fue con esta canción que, en cierto concierto en solitario, Di'Anno introdujo el tema echando una pulla contra Dickinson: ''yo no canto ópera...'' Como dices, recientemente los Maiden le han ayudado económicamente (Paul forzó un poco el encuentro con Steve) y ello le ha llevado a expresar algunos comunicados de estómago agradecido. En fin, él se lo guisó y se lo comió, pero eso no quita para que su historia sea una pena.
Y buen viernes para ti también. Estoy recuperándome de un virus que me ha tenido dos días con fiebre, pero, aunque se haya chafado el puente, agradezco que haya caído en estos días, y no en otros. Mucha gente está cayendo ahora.
Yo , lo que
ResponderEliminardigo es ,como
le cogieron
tanta tirria a
Blaze , cuando
era Di'anno,
quién casi se
carga el grupo,
y resulta que el
era el vocalista
de Maiden antes
que nadie, y así
quedará en la
historia, el que
mejor ha salido
de todo esto ,
ha sido Bruce,
quién se ha
llevado la
gloria .
Hola, Orlando.
EliminarYo me quedo con la voz y el estilo de canto de Di'Anno, pero otra cosa es el resto de su valoración, donde estoy de acuerdo contigo: Di'Anno era un lastre para la banda y de ningún modo podía seguir en esas condiciones. Más teniendo en cuenta el estricto modo de vida de los Maiden, una banda que se profesionalizó muy rápido y muy bien. Durante las giras, como confesó una vez Murray, no bebían alcohol, o como mucho se permitían una cerveza, porque sabían que al día siguiente debían rendir al máximo. En esa tropa, un tipo como Di'Anno no pintaba demasiado, aunque repito que para mí es una pena, porque se perdió esa crudeza callejera que pudieron haber tenido en favor de un estilo muy distinto.
Blaze Bayle es, de los tres, quien tiene todo mi respeto, porque siempre supo estar; nunca terminaron de aceptarlo, pero él lo aceptó con humildad, y también se fue con humildad cuando le abrieron la puerta con el regreso de Dickinson. En cuanto a su trabajo, siempre he dicho que ''Virtual XI'' es un disco infravalorado en relación a otros, por el mero hecho de ser él el cantante.
Respecto a Bruce, creo que sus virtudes objetivas son palmarias, para quien guste de su estilo, y tiene una filosofía de trabajo muy a respetar. Mi problema es que no soporto su voz, ni tampoco sus modos sobre el escenario: no va conmigo. Además, creo que destroza las canciones de la primera época de los Maiden, cada vez que las interpreta, aunque haya temas suyos que sí me gusten. Pero esto es puramente subjetivo.
Saludos.
Nunca fui aficionado al NWOBHM, de hecho tan solo dos de sus grupos estrella, Motörhead y Judas Priest llegaron a mi colección no hace mucho tiempo, recomendados por un grupo de amigos que saben der qué va la cosa. No salí escaldado.
ResponderEliminarPor mi provecta edad pertenezco a la primera generación del heavy-metal, Zepp, Deep Purple, Sabbath, Uriah Heep..., y con esos tipos siempre me he llevado de maravilla.
Siempre dispuesto a aprender, alguna cosa de ls primera época que comentas de la Doncella puede que caiga por aquí.
Saludos y enhorabuena por tan entretenida entrada.
Yo soy de otra generación, y por eso conozco bien Iron Maiden, pero con los clásicos que nombras ya dejan de importar las generaciones. Crecí con varios discos de Deep Purple; a los Zeppelin los descubrí más tarde, al igual que Motörhead, a quienes todavía escucho de tanto en tanto, muy buenos aunque fuesen poco versátiles, sota, caballo y rey.
EliminarCon los que nunca me he metido es con Uriah Heep y Judas Priest. Esto me recuerda que hace bastantes años probé suerte para entrar como guitarrista en una banda de metal, por intercesión de una amiga en común. Realmente no estaba muy interesado, ya que su particular estilo no me fascinaba de entrada, pero eran peña enrollada y ya tenían bolos sueltos por Europa, dentro de su pequeño circuito underground, lo cual prometía viajes. ¿Por qué cuento este rollo? Porque una de las preguntas que me hizo el batera dentro del examen fue: ''¿te gusta Judas Priest?'' Al final no me quedé con ellos, aunque no fuera por mi respuesta: estaban dispuestos a aceptarme a pesar de no ser muy bueno con el instrumento. Tomo nota de tus recomendaciones.
Gracias por el comentario.
Pues yo escribo desde la total ignorancia de quien no le gusta el género. Para un alma popera como la mía tanto ruido y desbarre es una lata. Y uno de sus defectos para mí es la pobreza melódica, que parece que no es tal en caso de los Maiden. Y el estilo épico hiperbólico, esas letras de fantasía heroica de cartón piedra, el amor a lo sórdido, las poses teatreras. Apuntas que al principio estos tenían cierta preocupación social, que sonaban callejeros, cosa que me sorprende porque habitualmente parecen más interesados en lo que pasa en las puertas de la Atlántida que lo que ocurre en un barrio normal. En fin, que parte de la culpa de que el rock sea hoy minoritario se la debemos a estos tipos del heavy.
ResponderEliminarPor cierto, ayer en una comida apareció un colega de tiempo atrás con una camiseta de Maiden (yo siempre he sospechado que han vendido más camisetas que discos) y contaba que las hordas heavys siguen con buena salud, y como buenos fieles dispuestos a no evolucionar, siguen comprando los discos de vinilo de sus grupos.
Perdona por contestarte tan tarde. Yo no nunca he sido ''jebi'', pero no tengo esa inquina contra el género y puedo disfrutar cosas diversas. Pero entiendo tu rechazo.
EliminarSobre las temáticas de las letras... Los Maiden fueron de los primeros que empezaron con esos temillas históricos y épicos, pero yo siempre lo he visto con cierta simpatía, como un hobby inocente. Los que ya me cargan un poco son los grupos que incidieron en esa línea y recargaron los gritos agudos y la falsa profundidad de marmita de la bruja y el guerrero de la espada mágica: la buena literatura fantástica no se merece a esos juglares. Muchos eran de la Europa continental, por cierto.
Y ahora que lo dices, es verdad que lo de las camisetas de los Maiden ha sido una plaga, sobre todo en los años ochenta y noventa. Tenía un colega que casi solamente vestía con camisetas de este grupo; su armario era monótono, pero son cosas de la religión.