Hemos importado su cultura: sus cadenas de comida rápida, McDonald's, Burger King; su cine, John Wayne, Marilyn Monroe; su música, rock'n roll, blues, jazz, soul, hip-hop; sus levis, sus formas de ocio, sus prisas, su way of life. Creemos conocer la Manhattan de Woody Allen, los trenes elevados de Queens, el puente de Brooklyn, los grafitis del Bronx; creemos conocer Chicago, la ciudad de los vientos, de Al Capone, Muddy Waters y Howlin' Wolf; creemos haber tomado la ruta que desciende hasta Nueva Orleans, perdiéndonos en su crisol, respirando los aires del blues del Delta; creemos haber conducido alguna vez por la Ruta 66 hacia el oeste en un Chevrolet Impala; creemos haber apostado en las Vegas, compartido una noche con una morena de mareantes curvas y despertado en el desierto sin un dólar en el bolsillo y sin el Chevrolret Impala; creemos haber hecho auto-stop hasta Los Ángeles, y desde allí hacia San Francisco, alternado en una comuna hippy y, ya de vuelta - ¿por qué no? - participado de extra en una de indios y vaqueros en el Monument Valley.
En Casablanca le pregunta Conrad Veidt, interpretando al oficial nazi, a Humphrey Bogart si se imagina a los alemanes en Nueva York, a lo que Bogart contesta con la suficiencia que se gastan los americanos: 'Les aconsejaría que no se metieran en ciertos barrios...'
Hemos bebido tantos mitos que la realidad nos molesta. ¿Los años sesenta? Olvidemos el glamour de Hollywood y la rebeldía del motero enfebrecido; en la mayor parte de Estados Unidos lo más cinematográfico podría ser una escena surrealista de David Lynch: el ama de casa cocinando galletas en el horno mientras suena 'Mr. Sandman', de las Chordettes. Los jóvenes ingleses también creían sus propios mitos sobre América: le gustaba a Eric Burdon decir que, de haber podido elegir, habría nacido negro, pero el mero hecho de bromear con estas cosas le habría metido en problemas en Alabama o Texas. ¿He dicho Texas? Allí a unos paletos de la hermandad Alpha Phi Omega se les ocurrió la broma de nombrar ''chico más feo de la universidad'' a una joven que se había atrevido a tener personalidad propia: se llamaba Janis Joplin, y aquello la hizo abandonar la universidad y largarse a California. Contaban los Kinks que, en su primer viaje a Estados Unidos, se sorprendieron del poco conocimiento que allí tenían de sus ídolos musicales; y contó Bob Dylan que en Duluth, su pueblo natal de Minesota, apenas se escuchaba rock'n roll en los años dorados del rock'n roll. Creemos que los conocemos, pero al otro lado del charco el territorio es vastísimo, tan grande que allí caben varios como el nuestro. A pesar de todo, los nuevos tiempos se abren paso con fuerza, eso sí, en los márgenes.
Animado con esta serie de entradas, he saboreado unos cuantos discos de 1965 que no conocía y repito la admiración por aquel año que ya expresé en mis anteriores entradas británicas. En esta ocasión he optado por una solución más cómoda, que es dividir el tema en dos partes; así el texto tampoco resulta excesivamente largo. Primero, escucharemos una selección de canciones sueltas (ya provengan de singles o de elepés), y en la segunda parte disfrutaremos varios álbumes.
Como he dicho otras veces, no soy ningún entendido en historia musical; cualquiera puede leer unos pocos libros o rastrear en internet para aprender generalidades y algunas anécdotas. Apunto todo esto por si algún lector casual llega a este blog y se toma demasiado en serio mi pequeña selección; insisto en que el hecho de ordenarla obedece a una motivación lúdica, ni más ni menos. Las canciones de esta lista son ampliamente conocidas, y a pesar de todo hay alguna que he descubierto hará cosa de un mes.
Y aquí están de nuevo las Supremes, con otro de sus clásicos. Si el año anterior triunfaron, entre otras, con la suave y minimalista 'Where did our love go', es fácil escoger para este año 'Stop! In the name of love', que puede que no alcance, para mi gusto, aquel nivel de emoción, pero demuestra igualmente que el trío de Diana Ross, Florence Ballard y Mary Wilson dominaban el pop y sabían enganchar a todo tipo de público. Las Supremes eran, en aquellos años, uno de los máximos exponentes de lo que se recuerda como 'sonido Motown'. La estrategia del sello era apostar por las buenas composiciones y una esmerada producción, aunque para ello tuvieran que sacrificar iniciativas individuales y el estrellato de sus artistas, sobre todo en su primera época, que salvo excepciones se conformaba de grupos vocales cuyos miembros podían ser sustituidos. Con el tiempo, Diana Ross terminaría por acaparar mayor protagonismo.
Ya hablamos un poco de los Sonics en la entrada de 1964, con la publicación del single de La Bruja. Este año aparece, entre exclamaciones, su primer álbum largo, ¡¡¡Here are The Sonics!!! Fueron llamativos y terminarían siendo bastante influyentes, y por ello hay quien los clasifica como 'protopunk', pero hace muchos años que renegué tanto de esa como de otras etiquetas retrospectivas que buscan cimentar los fundamentos de un particular género. Olvidémonos, pues, de movimientos que no tienen que ver y que aún no existen: esto es rock'n roll, o si quieren, rock garajero. Los Sonics buscaban actualizar el fuerte efecto que en el pasado tuvieron las bandas eléctricas de rock'n roll, exagerando la bronca: sonidos saturados, gritos y letras atrevidas. Otra muestra, tomada ya del álbum, es 'Strychnine'.
Uno de los artistas y compositores estrella unido a la Motown desde sus inicios era Smokey Robinson, que además se convirtió este año en vicepresidente de la empresa. Su voz era única por sonar casi femenina, pero además la sabía usar con maestría. Junto con los Miracles, este año publican buenas canciones, incluyendo 'The tracks of my tears', pero prefiero dejarles el temazo rítmico 'Going to a Go-Go'. Tampoco puedo resistirme a copiarles una cita del propio Robinson:
Si algo tengo claro es que, de haber realizado esta selección basándome en la mera importancia musical, James Brown sería indiscutiblemente el número uno. Surgido de un contexto miserable, sabía que solo el trabajo duro podía sacarle de la pobreza; esos orígenes marcaron sin duda su personalidad. En 1965 ya era un artista curtido en las tablas, con una autodisciplina férrea que imponía a su vez a sus propios músicos contratados (a los que trataba como a miembros de la legión extranjera) y una interesante discografía detrás, pero fue precisamente este año cuando publicó un single que marcaría su tendencia posterior y afectaría a la historia de la música: 'Papa's Got a Brand New Bag'; aquí el padrino dio los primeros pasos hacia lo que será el funk: sacrificar el cromatismo melódico, normalmente apoyarse en un solo acorde de guitarra y, lo más importante: el peso de batería y el bajo en el primer golpe.
'Es imposible subestimar la importancia que ha tenido James Brown (...) Durante más de diez años ha recorrido América de punta a punta en giras atronadoras e interminables y se ha convertido en algo mucho más complejo que un mero cantante: es el símbolo definitivo de todo lo que los negros pueden ser, del dinero que pueden ganar, del estilo que pueden conseguir, de la arrogancia que pueden alcanzar. Más incluso que Muhammad Ali, James Brown ha sido el gran proscrito, el Stagger Lee de su tiempo'.
La canción fue compuesta por el joven matrimonio Phillips, en Nueva York, en 1963. La historia suele relatarse del modo que sigue: ambos estaban recién casados, era un triste invierno y Michelle echaba de menos su California natal, así que, con la ayuda de John, el marido, compusieron esta oda nostálgica. Dos años después, unidos a Cass Elliot y Denny Doherty, terminarían de conformar The Mamas & the Papas; habían cedido 'California dreamin' al cantautor Barry McGuire, donde también cantaron los coros. Pero como el destino es impredecible, un productor apostó con ellos e hizo que Denny cantara encima de los coros, terminando la canción con unos arreglos y la exótica flauta de Bud Shank, un músico de jazz disponible en el estudio. Y eso fue todo, de momento, porque el single pasó sin pena ni gloria hasta que medio año después dio el pelotazo y lanzó definitivamente al grupo.
Aun dejando de lado su letra e imaginario asociado, California Dreamin es una canción sugestiva magnífica; partiendo de una base folk, se alza con justicia como uno de los más populares temas que nos dejó el pop sesentero. Y consigue transmitir esa indefinible y siempre personal nostalgia, cada uno decidirá a qué. ¿Acaso el el objetivo principal de la música no es transmitir buenas emociones?
Y el premio a la mejor canción se lo doy al éxito que nos regalaron los Temptations, 'My girl'. Este grupo es otro ejemplo de cómo funcionaba la promoción de los músicos llevada a cabo por la Motown: los compositores se afanaban en cincelar la pieza, que era destinada al equipo de la casa más apropiado para sacarle brillo; luego comenzaba la producción, donde se escogía qué número de instrumentos de viento o de cuerda eran los más idóneos, sin dejar nada a la improvisación; en último lugar, los intérpretes ejecutaban el trabajo. Aquel aire de gran familia y el hecho de que hablemos de música de productor, más que de música de autor, no restó identidad a los Temptations; de todos modos, aún estamos hablando de 1965, cuando eran el quinteto clásico (del que solo queda vivo Otis Williams), aunque por la marca han pasado más de veinte cantantes en su historia.
Y hablando de compositores, 'My girl' fue ingeniada por Smokey Robinson (ese que nos contó más arriba cómo de joven perdió el complejo que arrastraba por su voz afeminada) y el 'Miracle' Ronald White para los Temptations, aunque Robinson ya les había preparado éxitos anteriores. La voz cantante, nunca mejor dicho, la lleva David Ruffin, que ven a la derecha de la foto, con gafas. Creo que, a la hora de hablar de buena música, así como pasa con la literatura y el cine, a veces cometemos la torpeza de abusar de superlativos, pero en este caso me vais a permitir que haga uso de ellos: esta canción es perfecta, ni le sobra ni le falta nada. Otis Redding la versionará este mismo año a su propio estilo.
Así que con esta canción les dejo. Continuaremos, como les decía, con una segunda parte para destacar unos pocos álbumes norteamericanos, que no por haberlos apartado están faltos de canciones que con gusto habría metido en esta selección: simplemente, ha sido una opción de orden, como otra cualquiera.
Felicidades por la introducción a la propiamente musical. Estados Unidos y sus mitos que tanto nos ha influido. Sin embargo, su pervivencia demuestra que estamos impregnados de todo lo que viene de allá y no siempre para mal como piensan los simples y los dogmáticos.
ResponderEliminar¿Alguien se ha parado a pensar cuánto tiempo más duraría el absolutismo en Europa si no fuera por la revolución americana y la creación de un sistema parlamentario? No sólo fue la Revolución Industrial y luego la francesa.
Respecto al tema musical, me alegro que te hayas centrado en la música negra con alguna necesaria excepción como Beach Boys. Creo que pervive cierta visión racista en ciertos sectores no dando el valor debido a la música negra y adyacentes, caso de Shangri-Las que has conocido. En esa música negra de la Motown lo que abundaba por entonces era una extensión del viejo pop vocal que aquí llamamos du-dua. Smokey Robinson es un personaje central en aquel momento y movimiento de importancia casi igual al propio Gordy.
Estupenda entrada
Gracias, Doctor, eres generoso en tu apreciación. Muy de acuerdo con lo que dices sobre América. Como todo imperio exportador de cultura, ha generado tanto adhesión como fuerte rechazo, por no hablar de los posicionamientos geopolíticos. Como dices, no podemos olvidar lo que aportó la revolución americana, ni USA en el siglo XX, así como tampoco sus males internos ni sus desmanes en la política exterior. Lo cierto es que algunas de las peores críticas a Estados Unidos han provenido de su propio país, y eso ya es bastante elocuente de las ventajas de su sistema, a pesar de todo. No imagino a un Oliver Stone ruso...
EliminarYa ves que me gusta bastante hablar de mitos, en general, pero no siempre para intentar desterrarlos del mapa. ¿Qué sería del cine, la literatura o la música sin sus particulares mitos? Otra cosa es disfrutarlos siendo consciente de que lo son, para no caer en algunas trampas.
A nivel social, el racismo ha sido la gran lacra de Estados Unidos, y de aquellos polvos estos lodos. Hoy la situación es diferente y el movimiento BLM actual también tiene sus excesos, pero es otro producto tardío de ese viejo racismo. El éxito que ha tenido el concepto de ''apropiación cultural'' ya es un triste indicador de que el color de piel sigue allí fuertemente emparejado a las distintas subculturas.
Un saludo.
Magnífica “teorización” sobre esos Estados Unidos que amábamos por su contracultura del mismo modo que los odiábamos por todo lo demás. La leyenda, como tú dices, contra la realidad; John Ford contra Lynch, por personalizar cinematográficamente la cosa.
ResponderEliminarLa selección es magnífica, dando por descontado que Dylan y los Byrds serán protagonistas estelares de tu próxima entrada. Solo hay una canción en la que no estoy de acuerdo, pero es más bien por una manía personal que tengo: nunca me cayeron bien las Shangri-Las, me parecen un poco relamidas. Por lo demás, no sé si lo has hecho adrede pero resulta llamativo que justo la mitad de las canciones elegidas son de músicos negros, algo que ya será muy difícil de ver a partir de finales de esta década, tras el boom de la música soul. Pero si nos vamos más atrás, ganan ellos.
1965 es el año de la consagración de ”I fought the law”, canción histórica que no había tenido suerte con los Crickets pero que en este año se hizo grande con Bobby Fuller Four. Hasta los Clash cayeron en su embrujo. También este año debutan Kenny and The Kasuals, un grupo tejano que supo mezclar muy bien el garaje americano con el beat británico y tiene unas cuantas piezas clásicas. Otra leyenda que nace este año es ”Hey Joe”, que por fin se hará conocida a novel planetario gracias a los Leaves. No menos tremebunda resultará ”Wooly bully”, a cargo de Sam The Sham y sus Faraones. ”Dirty water” de los Standells, otra joya….
En resumen: este año, como en la Isla con el “freakbeat”, se empieza a disparar el número de canciones inolvidables interpretadas por grupos que no llegarán a la altura de esas canciones. Es la diferencia entre los grandes y los pequeños, entre la primera división y la segunda.
Digo lo mismo que herr doktor: estupenda entrada.
Gracias, Rick. Y se agradece además vuestra amabilidad sabiendo que lo que incluyo en estas entradas es para vosotros muy básico.
EliminarBuena parte del álbum de aquel año de las Shangri-Las suena hoy, como digo en la entrada, un tanto cursi, pero tiene un par de canciones que me han gustado mucho, y no las conocía de nada. Las que dejas aquí me parecen muy buenas todas, no había reparado en que 'I fought the law' ni 'Hey Joe' fueran de 1965, ambos clásicos de primera división. No hace falta decir que conocí la segunda por la versión de Jimi. Las otras no las conocía.
''Wooly bully'', además de buena canción de rock'n roll, tiene a ese grupo tan peculiar que ya me cae simpático solo por sus pintas: Sam The Sham (o sea, el farsante) y sus Faraones. Dada la época, su caracterización y su propio nombre tienen un aire de feriante, de circense, que les hace atractivos. Como cantaba Rory: tattoo'd lady, bearded baby... Un poco como aquel simpar Screamin' Jay Hawkins, del que publicó hará poco tiempo un artículo Manrique.
Siendo consciente de que andaban casi a la par, no había caído en que justo la mitad de las canciones fuesen de blancos y la otra de negros; añadí un segundo audio de James Brown a última hora, que no quería dejar de añadir (he indagado también en las grabaciones pasadas de Brown y es interesante el paso que da estos años hacia el funk). En la siguiente entrada, aunque no sea en álbumes, también incluiré mitad y mitad: tres autores blancos y tres negros. No he forzado el asunto, este blog está libre de cuotas raciales, de género y demás historias: en absoluto creo en ello, pues no me parece positivo ni para lo que supuestamente se pretende reivindicar ni para la música en sí misma. Pero dado el caso de que coincida así, ya que es uno de los temas mencionados en esta entrada, me alegro.
El soul de los sesenta tiene algunas de las mejores canciones de la historia, de esas que le ponen a uno la carne de gallina. Luego también creo que hay buena música negra, al menos si nos referimos a esos géneros que se mantienen como tal (soul, funk, disco...) aunque me gusta más la idea de que la música se adapte y sea asimilada por unos y otros, sin distinciones en base a los genes del artista, como ocurrió antes, y en mayor medida, con el blues. Jimi Hendrix y Arthur Lee trabajaron música de blancos, y la lista de blancos que se basaron en música originalmente de negros es infinita.
Gracias por la aportación. Un saludo.
Buscando canciones populares de aquella época, me ha llamado la atención que, en las listas de ventas americanas (Billboard etc.) la cantidad de música británica es desproporcionada. Parece que entre la eclosión del jazz y el blues negros y el desembarco de los ingleses, hubo como una pausa en que la música americana blanca estaba desaparecida —claro está, dejando aparte a los crooners, los cantantes de baladas tipo Paul Anka o el country, que es otro mundo—. El rock & roll estaba todavía mal visto, y tuvo que explotar con Elvis y llegar locos como Phil Spector o Lou Adler para que aquello empezase a sonar medio bien.
ResponderEliminarSeguro que los americanos pensaban que toda la música cantada en inglés procedía de los US, y que las Islas Británicas eran otro estado de la Unión, situado más o menos frente a las costas de Rhode Island. El blasón del escudo de los US es realmente "omne quod est bonum venit ab Iunctus Provinciae", o sea, "si no mola es que no es gringo". [digresión] Hace años, viajando por Suecia con un grupo multicultural, una señora americana bastante normal (no parecía de Oklahoma) le dijo en voz baja a su marido: "Aquí deben vivir bien, fíjate la cantidad de Volvo y Saab que tienen". Ellos son así. Los tomas o los dejas.
Y otra cosa chocante de tu selección, es la correcta neutralidad entre grupos étnicos. Dicho claramente: la cantidad de negros que aparecen. [digresión] Hace poco oí que una americana se había sentido muy escandalizada de que en español, usáramos la palabra 'negro' para referirnos a un color. La próxima vez que compre un rotulador le diré al de la papelería que lo quiero color subsahariano, a ver qué cara se le pone.
Como ves se me está yendo la olla y no he hablado de lo que debería: tu post sobre la música USA del 65. Pero es que ya has hablado bastante (y yo), así que mi único comentario, aparte de agradecerte como siempre los buenos recuerdos, es aprobar la inclusión de The Shangri-Las. A veces no hay que ser muy jacobino, e incluir elementos, aunque sólo sean como símbolos de un tiempo ya preterido.
Saludos y gracias.
Gracias a ti por el también generoso comentario, Entangled. Sí que llama la atención que fueran los británicos los que pusieran de moda sonidos que habían nacido en la propia América. Tu hipótesis de que viesen a los ingleses casi como un estado propio más, aunque sea de coña, puede leerse como una mayor aceptación de ciertos géneros, una vez adaptados.
EliminarMás que la cantidad de músicos negros, que no tendría por qué llamar la atención, quizá Motown Records está sobrerrepresentada, cuando una buena selección gana cuando es variada en estilos, pero la mantengo. Aquí he buceado más en ciertos géneros, dejando aparte, por cierto, algún buen álbum también recién descubierto que no he incluido, como el de Marvin Gaye, 'How Sweet It Is To Be Loved By You' (otro de Motown). Tampoco soy jacobino con respecto a la valoración de la crítica musical; es sencillo: si una canción me gusta, me gusta, sea compuesta por Agamenón o por su porquero.
Muy bueno lo del rotulador subsahariano. Ya sabes que allí dicen N-word para evitar decir 'nigger' o 'negro', porque tiene sus connotaciones históricas, aunque la lista de eufemismos que gastan para referirse a la cultura negra es mayor. En lo musical, cada vez que leía la etiqueta 'urban' pensaba en algún tipo de esnobismo vacío, al estilo del estandarizado 'rock alternativo' para grupos de rock tipo Foo Fighters, hasta que reparé en que hace referencia a los géneros negros.
Un saludo.