Ir al contenido principal

En el camino otra vez


Al hilo del meritorio trabajo de Jimmy McDonough, hablábamos del género de las biografías de músicos y bandas; decía que ni el estilo ni la importancia objetiva del grupo objeto de estudio tienen por qué ir de la mano del valor de una obra del ramo. Por mi mente pasaron varios de los ejemplos que he disfrutado, tanto en los últimos tiempos como hará más de una década, parándome a pensar en mis propios sesgos e intereses. ¿Por qué se me atragantó este año 'La era Stone' (2023), la última publicación de Lesley-Ann Jones, que antaño biografiara a Bowie, hasta el punto de venderlo sin haberlo terminado de leer? ¿Por qué sentí tanto rechazo en su momento a 'Life', la autobiografía de Keith Richards, a pesar de contener tantas jugosas anécdotas referidas al plano musical? A veces es el biografiado, objeto de nuestras filias o fobias particulares; otras el enfoque, centrado en aspectos que nos interesan más o menos; luego está la calidad intrínseca del trabajo, ese valor incontestable que también se encuentra en el género. 

Se abusa, por lo general, de una estructura predecible que, en su peor versión, hace de algunos libros un pastiche. Sucede incluso con los buenos periodistas musicales, y aún más con los negros que trabajan a sueldo de músicos que, como el mencionado Keith Richards, se deciden a vender su autobiografía. Suelen comenzar los libros con el recuerdo de un episodio de alto voltaje, sea un concierto en especial o alguna historieta de sexo, drogas y rock and roll, según el caso; luego comienza la historia cronológica, más o menos sesgada en favor de este o de aquel músico, mejor o peor contada, de mayor o menor interés. 

Fito de la Parra, Canned Heat. Living the blues. Quarentena, 2012.

 Pues bien, de entre los libros que conservo con cariño, hay una autobiografía musical que leí hace muchos años que, aun reuniendo parte de los defectos que he referido y otros más, sobre todo en el plano formal - pues le lastra un pobre estilo literario -, sigo considerando de gran valor en su calidad de testimonio. Estoy hablando de 'Canned Heat. Living the Blues', obra del baterista Adolfo de la Parra, de los legendarios Canned Heat, en colaboración con los periodistas Terry y Marlene McGarry, mexicanos como el propio autor. Goza este libro de esa característica frescura que ustedes reconocerán en un buen puñado de publicaciones sobre el género. La narración de Fito de la Parra exuda veracidad tanto en sus recuerdos y opiniones de interés como en ciertos pasajes que bien podría haberse ahorrado, como aquellos que tratan sobre escarceos sexuales o anécdotas autobiográficas demasiado personales que, a pesar de todo, sirven de fiel reflejo de la época. 

Fito de la Parra entró en Canned Heat cuando la banda ya contaba con un álbum en el mercado, y ha terminado siendo su miembro más longevo, custodio de una franquicia que en América ha sido sinónimo de blues de carretera, tanto en sus buenos tiempos como en su larga decadencia. Sobra decir que su edad dorada es la más conocida, los años sesenta, desde la publicación de 'Canned Heat' en 1967, y sobre todo su segundo álbum, que les llevó al éxito - ya con Fito a las baquetas -, 'Boggie with Canned Heat', hasta 'Future Blues' y 'Hooker 'N' Heat' en 1970. Por el camino, un pequeño puñado de hits de éxito y dos voces muy diferenciadas: la voz fina y aguda de Alan el Búho y la rasposa de Bob el Oso. El resto de su discografía, la posterior a la muerte de Wilson y luego la de Bob Hite, solo es apta para los más fanáticos y los melómanos de afán completista. 

De izquierda a derecha: Fito de la Parra, Alan Wilson, Larry Taylor, Bob Hite (el Oso) y Henry Vestine.

 Lo primero que sorprendió a Fito al entrar en Canned Heat fue que, a pesar de la imagen de forajidos de alguno de sus miembros y del perfil de sus fans, tanto Alan Wilson como Bob Hite y Henry Vestine (Larry el Topo, en menor medida) fueran auténticos eruditos del blues, más que nadie que el mexicano haya conocido jamás. De hecho, Alan el 'Búho Ciego', Bob el 'Oso' y Henry el 'Girasol' no se decantaron por Fito, en la primera audición, por su talento a la batería - y sin duda lo tenía -, sino porque llegó con un par de discos de blues bajo el brazo. Como años después confesó el Oso a Fito, la escena estaba plagada de bateristas pedantes que venían del jazz, pero eran pocos los auténticos amantes del blues, esos que no seguían el género como una moda ni por olfato comercial; esos que necesitaban la música como el aire para respirar. Esa pasión por el blues, tanto el viejo género del Delta como el urbano de Chicago, era la mejor definición de Canned Heat en aquel entonces; un grupo de coleccionistas cuya principal afición era juntarse y disfrutar de largas sesiones de viejos vinilos en la casa del Oso, en medio de nubes de marihuana.

 'Alan, Henry y el Oso poseían un vasto e increíble conocimiento del blues. Si de pronto nombraban una pieza, por ejemplo 'Three Hours Past Midnight' de Johnny Guitar Watson, eran capaces de decir quién había intervenido en la grabación, en qué mes y en qué año lo hicieron y hasta en qué sello discográfico había aparecido. Podían nombrar quién estaba en el estudio y si alguien participó sin recibir el crédito correspondiente. Podían también en la mayoría de los casos decir qué había sido de los mismos ejecutantes en años posteriores a dicha grabación. Parecía como si hubiesen estado presentes en todas las grabaciones y sus conversaciones eran como las que probablemente se llevaron a cabo en alguna cochera de Memphis en los años treinta'.


Bob Hite, el Oso, entre su colección de discos.

No ahorra Fito en opiniones y calificativos cuando ahonda en los recuerdos; no pretende tanto seleccionar un relato modélico, como relatar los hechos tal y cómo los vivió desde su llegada como inmigrante mexicano que evitó a toda costa ser reclutado para el Vietnam, y esta es una de las grandes virtudes del libro. No es ajeno a esto el hecho de que el baterista realizase la carrera de Psicología, cercana a su afán observador de los caracteres humanos. Así, salen bendecidos, pero también escaldados, todos los miembros de la banda, así como los músicos con los que se rodeó. Del buen carácter del Oso, por ejemplo, tiene sobre todo buenos recuerdos, pues les unió una estrecha amistad, pero también anota lo que llama su parte oscura, los momentos en los que el abuso de alcohol y cocaína sacaban a relucir lo peor de su personalidad, así como las veces que lo decepcionó personalmente. Descubrimos al carismático Bob en sus actitudes más conocidas por los fans, pero también en sus miedos, como cuando se decidía a ponerse a dieta y regular sus hábitos, asustado por el consejo de algún médico, solo para abandonar su determinación inicial en la primera oportunidad, lo cual era recibido por Henry Vestine a carcajadas.

Henry Vestine, el 'Girasol', no sale tan bien parado en los recuerdos de Fito, aunque éste lo considera un guitarrista del más alto nivel, sobre todo por su técnica genuina, inspirada en algunas leyendas olvidadas, entonces solo conocidas en los garitos oscuros de los barrios negros. La opinión del baterista encaja con la imagen que se ganó Henry por otros que lo trataron. Extraño sureño y, al igual que Wilson y el Oso, gran coleccionista (poseía decenas de miles de discos), su forma de entender el blues, que lo había llevado a tatuarse el 'Living the blues' con el que los Heat titularon uno de sus álbumes más conocidos, fue también una justificación para una vida descontrolada en la que no le importaba perjudicar al grupo en el que se encontrase. Como era sabido, Frank Zappa lo había expulsado previamente de las Madres de la Invención por su desfase con las drogas: Henry se sentía más libre en Canned Heat, pero tanto por sus problemas con Larry Taylor como por la cantidad de conciertos que reventó al grupo, cuando tocaba cargado de LSD, su destino se apartó de la banda justo antes del mítico Woodstock de 1969, para ser luego sustituido por Harvey Mandel. Con el paso de los años, retornó de tanto en tanto a la familia de Canned Heat, o lo que quedaba de ella.

Hite The Bear y Blind Owl (Búho Ciego)

'Su padre siempre quiso que fuera albañil. Una vez, estando de visita en casa de sus progenitores nos confesó: - Dios sabe cuántas veces tuve que correr por esta calle tratando de escapar de otros niños que me perseguían gritando para darme una paliza. Esa era la clase de chico que era, el niño inteligente pero extraño al que otros querían golpear sin razón. Nos dimos cuenta casi al final. Si su familia irritaba a Alan era porque claramente no eran lo que él esperaba de ellos, a la vez que con sus extrañas manías y con su inconsolable dolor, Alan tampoco resultaba ser el hijo ideal'.

Pero si hablamos de personas especiales, Alan Wilson era con mucho el miembro más extraño de la familia inicial de Canned Heat. En palabras de Fito, si el Oso era la personificación del boogie, Alan lo era del blues. 'En escena, Alan podía haberse visto fuera de lugar en cualquier banda, pero especialmente en Canned Heat'. Sensible, introvertido y tímido, el Búho Ciego no dejaba de sentirse ajeno a aquella escena de sexo y rock and roll, cuando el grupo era asediado por las groupies y otras chicas de personalidad superficial y poca sesera que se acostaban con todos los miembros de la banda menos con él, a quien llegaron a despreciar en no pocas ocasiones. Eran, en cualquier caso, las compañías que menos convenían a la maltratada estabilidad mental de aquel nerd fanático del blues, medio cegato y alejado de cualquier convencionalismo de la movida enrollada de la época; de hecho, Alan era lo contrario a lo que en aquel entonces suponía ser enrollado, y aquel mundo de apariencia y farándula sin duda contribuyó a hundirle más en la depresión.

'Alan estaba enamorado de los árboles. De las plantas, de los árboles y de la tierra. Siempre que podía trataba de dormir al aire libre (...) Mientras nosotros nos lo pasábamos cotorreando en las habitaciones, escuchando música a todo volumen, fumando algunos porros y conversando con motociclistas o con las chicas que conocíamos en ruta, Alan se salía y se dirigía a las áreas verdes que rodeaban los estacionamientos, para cocinar arroz integral en su estufilla y después, en la oscuridad, meterse en su saco de dormir para contemplar las estrellas'.


Fito confiesa que, a pesar de quererle como a un hermano, el resto de la banda dejaba de lado a Alan en ciertas ocasiones, no queriendo por ejemplo compartir cuarto con él o riéndose de sus manías ecologistas (Wilson fue uno de los primeros creyentes en el ecologismo, aun antes de que esto se pusiera de moda en la cultura del rock), que le llevaban a llevarse plantas y recuerdos orgánicos de todos los sitios a los que iba, con el consiguiente mal olor. La ansiedad y la depresión, unidos a la baja autoestima ocasionada por la incomprensión y el constante rechazo, dieron más de un susto a la banda, sobre todo en puntuales ausencias. En cierta forma, la definición de Fito de la Parra era providencial: Alan era el blues. Una vez, la banda reunió dinero y regalaron un coche al Búho Ciego para que pudiera irse cuando quisiera al campo, donde era feliz en sus escapadas solitarias; como Alan no sabía conducir, el Oso tuvo que enseñarle.

'Era el único miembro de la banda interesado en mis estudios de Psicología, lo suficientemente avispado para darse cuenta que yo no era ni remotamente parecido a la mascota mexicana de los libros, sino que al principio tenía mucha dificultad para expresarme correctamente en otra lengua. En ocasiones me pregunto qué hubiera sucedido si las cosas hubieran sido de otro modo. Qué hubiera pasado si hubiésemos contratado los servicios de una prostituta o de una fan incondicional y le hubiéramos pagado en secreto para que fingiese estar completamente enamorada de él, para que lo cuidara tiernamente. ¿Podríamos haber prevenido o evitado el desenlace?'


Con estos comentarios y fragmentos sueltos termino ya esta entrada, pues no quería haberme extendido tanto cuando decidí comenzarla. Solo me queda reiterar de nuevo la recomendación del libro, si he conseguido transmitir alguna curiosidad por él. 

'Estábamos en la misma liga que las principales figuras inglesas, Cream y Led Zeppelin. Éramos cabezas de cartel, tanto en el Fillmore East por encima de Santana y de los Allman Brothers, como en el Hollywood Bowl donde B.B. King y Fats Domino habían sido nuestros teloneros. Hasta Creedence Clearwater Revival había abierto para nosotros en el Swing Auditorium de San Bernardino'.

Ahí lo tienen. Es el testimonio de un músico orgulloso de su trayectoria. Y así fue; estuvieron en la cresta, aunque durante poco tiempo. Podemos entender a Fito de la Parra y perdonarle esta falta de humildad, porque su testimonio es el de alguien que puede permitírselo. Keith Richards no necesita hacerlo, y por ello su libro no tiene la misma credibilidad, al menos en cierta forma. Pero olviden si quieren los libros y vayan a lo que importa: Going up the country, Let’s work together, Evil woman, Fried Hockey Boogie y otras canciones de esta banda legendaria, una de las más genuinas agrupaciones americanas de blancos enamorados del blues negro que alguna vez han pisado escenario. 



'En fin, ya estoy cansado de llorar, pero estoy en el camino otra vez. 
En el camino otra vez...

No tengo a ninguna mujer a la que pueda llamar... mi amiga especial.

Sabes de la primera vez que viajé fuera, bajo la lluvia y la nieve.
Bajo la lluvia y la nieve...

No tengo nómina, ni siquiera un lugar donde ir.
Y mi querida madre me dejó cuando era bastante joven.
Dijo: Señor, ten piedad de mi malvado hijo.

Hazme caso, mamá, por favor, no llores más.
No llores más...

Porque es temprano por la mañana, por la carretera por la que voy.
Pero no recorreré esta larga, vieja y solitaria carretera
solo por mi cuenta.

No puedo llevarte, nena.
Voy a llevar a otra.'

Comentarios

  1. Debo confesarte algo, la mayoría de los personajes y músicos de los que nos hablas aquí los conozco de oídas, casi de refilón y algunos, ni eso, como es el caso del grupo de esta biografía que tanto te ha gustado, pero escribes de una forma tan genuina, tan de verdad que creo que si escribieras sobre la energía cinética comparada o los diversos tipos de engranes que existen, te leería igual de a gusto. ; ) Es fácil entender lo que dices de las biografías, porque tú mismo eres fiel reflejo de lo que comentas. Vas deslizándote por cada uno de los miembros de esta banda con la misma fidelidad /fiabilidad que comentas lo hace su autor y uno se va quedando con los perfiles del oso, el girasol o el pobre búho, como si los tuviera delante. Resulta sorprendente que grupos que al menos para las neófitas como yo, nos han pasado absolutamente desapercibidos, sin embargo hayan sido referentes de los grandes que todos conocemos, no siempre la historia guarda en su memoria a quinees se lo merecen, me parece a mi. Yendo al tema que cuelgas al final, increíble la voz que tiene el vocalista de este tema… podría cantar en el coro de cualquier catedral, no pega nada cantando blues jajaja pero... suena de maravilla, es verdad!

    Mil gracias, debería pagarte por todo lo que aprendo contigo. Un abrazo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Vaya, María, el agradecido soy yo por recibir tamaño comentario, exagerado pero bienvenido: estas cosas le suben a uno la moral. Hablando en serio, me alegro de que mis rollos gusten a alguien, porque yo desde luego disfruto escribiéndolos.

      Canned Heat fueron muy famosos, y ya ves lo que dice Rick, que incluso en España fueron casi tan populares como los Creedence, pero es verdad que no han trascendido al mismo olimpo que esas agrupaciones estratosféricas igual de conocidas en todas las generaciones, y me refiero, ya sabes, a unos Beatles, Stones, Pink Floyd, Queen... En cualquier caso, fueron un gran referente.

      Y totalmente de acuerdo con tu apreciación final. La voz de Alan Wilson era muy particular, con mucha personalidad y, por su tono, también sensibilidad. No soy ningún entendido en blues purista, pero me atrevería a relacionarlo más o menos con un Skip James. No todos los bluesmen cantaban como Howlin' Wolf.

      Eliminar
  2. No he podido evitarlo, después de leer tu entrada he dirigido mis pasos a la balda donde se apilan los singles y, al poco (como diría don Pío) he recogido ese single homónimo de Canned Heat. Año 1968, "De nuevo en ruta" / "Boogie Music", distribuido aquí por Hispa Vox, se nota en la cubierta el paso del tiempo, los surcos acumulan polvo de décadas, mi nombre escrito en un lápiz ya desdibujado acredita la titularidad del single..., ¿me atreveré a ponerlo?...limpio el acetato y allá va, una de las más emocionantes mezclas de blues pantanoso y country-shack, un boogie portentoso con un ritmo de honky-tonk campero que me sigue emocionando como pocos temas lo han hecho a lo largo del tiempo. Suena ahora "Boogie Music", y aquí aparece esa característica sección de viento, tan de la escuela de Chicago. Un auténtico monumento de la cultura americana contemporánea.
    Los ví en concierto allá por los primeros 70 en el Teatro Monumental de Madrid. La "basca" (com o nos denominábamos entonces, entonando el nombre de "Fito, Fito, Fito..." y el batería saludando a un personal enardecido, ansioso de experiencias musicales de todo tipo.
    Desonocía esta biografía de la banda y, por lo que comentas, resulta bastante atractiva. Intentaré hacerme con ella.
    Ah!, entre las estrechas rendijas de las baldas de la colección de discos, en primera línea de playa, ahora, por primera vez, luce su palmito este single único . Forma ya parte de aquellos queridos recordatorios que interponemos en los espacios libres de las librerías, de la discoteca, de la colección de miniaturas de coches clásicos de Formula 1...
    Gracias por eso.
    Saludos,

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues el honor es mío si la entrada ha contribuido a ese temporal cambio en la balda, Javier. Siempre es un gusto enchufarse grandes canciones que hace mucho tenemos en hibernación, y yo comparto tu entusiasmo por esta ''On the road again'', inmortal entre las inmortales. ''Boogie Music'' es un buen tema.

      No he podido evitar buscar ese single tuyo en Discogs, yo que soy de una generación que solo conoció el tocadiscos a través de mi padre, y no he vivido la época de los singles. Ya veo que lo de traducir del inglés no ocurría solo con los títulos de las novelas.

      Gracias por el comentario, con ese estilo tan característico tuyo, y por regalarnos esas anécdota del concierto, que vale lo suyo en oro.

      Eliminar
  3. Como dice María, se te da muy bien ir "deslizándote" por los biografías, por la misma razón por la que dominas las descripciones de tus gustos literarios: tanta importancia tiene saber de qué se habla como disfrutar hablando de ello. Esa suele ser la diferencia entre los buenos comentaristas y los del montón.

    Canned Heat, en lo musical es el grupo más representativo del boogie blues, como Fleetwood Mac lo es del blues de Chicago. Luego ya cada uno tiene sus querencias, pero desde luego los tres o cuatro primeros discos de los Heat se vendieron mucho. Me temo que hoy en día el blues en general está un tanto oscurecido, y por otra parte el estilo de los Heat, como el de los Mac, era tan definido, tan "académico" que acababa cansando un poco. Pero es cierto que a finales de los años 60, incluso en España, llegaron a ser casi tan populares como los Creedence (con los que mantienen una vaga "hermandad del pantano", aunque en teoría se parezcan poco).

    Y luego, claro, los personajes. Ese es siempre el mejor combustible para una buena biografía, aunque como bien dices luego viene el interés tendencioso de la figura, el estilo del negro que la escribe... en fin, un conjunto de imponderables que encumbra o hunde el libro. Este que citas no lo conozco, y por lo que cuentas tiene buena pinta; no soy un comprador compulsivo de memorias musicales -de hecho tengo muy pocas-, probablemente porque cometo el error de buscar solo a los músicos que me interesan mucho o me caen bien (muy pocos). Los Heat son, en efecto, una suma de personajes casi cinematográficos, y eso es un valor añadido. Así que... sí, tendré que pensarlo...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Rick, se hace lo que se puede, pero por encima de todo está lo que dices, el disfrute.

      Me ha resultado curiosa tu comparación de Canned Heat con Fleetwood Mac, porque no se me habría ocurrido, pero ya que lo dices, entiendo a lo que te refieres con ese paralelismo en lo ''académico'' entre sus respectivos géneros. Precisamente los Creedence no jugaban a ese juego, tenían otra viveza y supieron tocar la tecla adecuada en su pretendida ''simplicidad'' (nótense las comillas), aunque es también apropiada esa otra comparación con Canned Heat en cuanto ''hermandad del pantano''.

      No creo que sea ningún error buscar el material adicional (porque en el mundo musical, un libro es solo un material complementario) solo entre los músicos que le interesan a uno mucho; de hecho, es la motivación más natural, como comentábamos en la anterior entrada. Luego está la eventual curiosidad. En mi caso, a veces he agarrado una de estas biografías para empaparme de cosas que por mi generación no he podido conocer, y otras por profundizar en los grupos que más me interesan. De todas formas, tampoco he leído tantas... Eso sí: lo de que los personajes nos caigan realmente bien ya es más complicado, así que mejor rebajar esa exigencia.

      Eliminar
  4. Yo nos los conocía, y lo que desgranas de su historia parece interesante. Me llama la atención lo puestos que estaban en la historia del blues. La pena es que su manera de interpretar el género acaba siendo repetitiva. Me interesa más el blues como un género del que nacen otros, los grupos de blues puros me acaban cansando.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A mí también me llamó la atención eso cuando leí esta biografía. Sobre el tema de la música, esta banda tiene canciones muy buenas, y te lo digo yo que, como tú, tampoco soy el mayor fan del blues purista, precisamente; pero con esto me refiero a los bluesman más tradicionales, los de guitarra acústica y palos cerrados. 'Canned Heat' mezclaron rock a esas raíces que tanto amaban.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Destrozando clásicos

 Recordando un viejo blog que tuve, he decidido retomar por una sola vez una mala costumbre de entonces, que era destrozar clásicos. Tengo la Telecaster y el ampli en un trastero, y a mi guitarra española le falta la cuarta cuerda (¡siempre se rompe la cuarta cuerda!), así que opté por darle un saborcillo rítmico a la versión casera, en lugar de melódico. Que Dylan y Hendrix me perdonen, pero aquí no tenemos vergüenza, somos unos sinvergüenzas.

Si quieres letra, lee un libro

 ¿Son importantes las letras en las canciones de pop o de rock? Sobre el viejo tema, hay poco que decir: considero a las letras en un plano secundario y, no obstante, ¿quién no prefiere que esa canción que a uno le hace vibrar vaya acompañada también de las palabras adecuadas? Por otro lado, ¿cuáles son las palabras adecuadas? Ni la letra puede ocupar el lugar de la música en la experiencia sonora, ni hay una única música adecuada para cada texto; música y literatura son dos artes distintas, pero pueden complementarse, y por ello una letra contribuye a dar entidad a una canción. Pues bien, a raíz del asunto se me ocurrió publicar una serie de entradas para jugar con la literatura y la música, idea que al final he condensado en una única entrada de blog. Quizá sea que llevo tiempo con ganas de resucitar mi blog de literatura que, como Peret, no está muerto, sino de parranda. Así pues, dejo claro de antemano que se trata solo de un juego, y en clave ligera debe entenderse también el títu

El despertar de la bestia

Hoy quiero reivindicar la primera época de Iron Maiden, por lo general bastante olvidada en relación a lo que vino después. Y es que, para el fan tradicional de la Doncella, no cabe el debate: lo mejor llega con Bruce Dickinson y se va con Bruce Dickinson; así, los años dorados del grupo comienzan con 'The number of the Beast'' (1982) y terminan con la salida del segundo vocalista tras 'Fear of the dark' (1992), aunque podemos acotar aún más el rango y cerrar la etapa clásica con el abandono del guitarrista Adrian Smith a finales de los ochenta. Tanto Dickinson como Smith volverían a la banda a finales de los noventa, para regocijo de los fans. Así, a pesar de haber contado con tres vocalistas en su haber, la esencia de los Maiden ha quedado ligada a la voz de Dickinson, y los discos más celebrados, esos que ocupan gran parte del setlist de los conciertos, son los de los primeros álbumes con Bruce al micrófono. Ahora bien, ¿son aquellos los mejores discos? Como no t